En este blog he hablado varias veces sobre la vivienda y la burbuja inmobiliaria china, pero estos últimos días se ha presentado una ocasión especial en nuestro barrio de Chengdu y he decidido realizar un pequeño vídeo para mostraros directamente una de las facetas más características del urbanismo en China.
La ocasión de la que hablo no es otra que la demolición de los bloques de viviendas de nuestros vecinos, hecho del que ya nos habían avisado antes de alquilar nuestro piso y que no supuso mayor contratiempo para decidirnos a firmar el contrato. De hecho, como explico en el vídeo, ya es la segunda vez que nos ocurre algo muy similar, y aunque puede resultar muy molesto a determinadas horas, se trata de un escenario al que uno tiene que acostumbrarse en buena parte de China, por lo menos hasta que se alcance un mayor nivel de desarrollo urbano.
Lo curioso es que, pese al aspecto sumamente deteriorado de los edificios en demolición, lo más probable es que no lleguen a los 30 años. Este envejecimiento acelerado se debe a varios factores, entre los que destacaría la falta de mantenimiento y la visión a corto plazo de los promotores. Al fin y al cabo, construir vivienda no duradera significa más negocio para las constructoras, mientras que el Estado, en tanto que propietario del suelo, también consigue ingresos cada vez que se asigna un nuevo proyecto.
Quienes salen perdiendo de este círculo del ladrillo son el medio ambiente, la salud de los vecinos y los inquilinos, empresarios y propietarios a los que no se compensa adecuadamente por el desahucio, aunque normalmente estos últimos suelen recibir otra vivienda por parte de las empresas constructoras o el gobierno.
Como comprenderéis, no se trata de un escenario demasiado atractivo para invertir en un hogar para toda la vida o para varias generaciones, pero aquí todos están convencidos de lo contrario y no les importa estar pagando casi lo mismo que en España por un piso que podría quedar inhabitable en menos de 50 años. Seguramente esto tiene mucho que ver con la condición casi obligatoria de tener que comprar vivienda para casarse y formar una familia, pero de eso ya os hablaré cuando me toque renegociar términos con la suegra.


