Si estáis algo familiarizados con la historia de China, es posible que os suene aquello de que el Imperio Chino tardío apenas tenía interés por otro producto ofrecido por las potencias occidentales que no fuese la plata, lo cual hizo que los británicos, grandes consumidores de bienes made in China, optasen por la introducción forzosa del opio como vía para equilibrar la balanza comercial a su favor.
Sin embargo, en lo que muchos no caen es que buena parte de esa plata llevaba ya mucho tiempo viajando a China en forma de monedas de las grandes potencias históricas en el sector de la acuñación, entre las que destacaron el Imperio Español y más tarde México. Efectivamente, la mayoría de las monedas de plata extranjeras que circularon por China desde el Siglo XVI hasta comienzos del Siglo XX eran de origen hispanoamericano y llevaban grabadas sobre su superficie la cara de Carlos III, Carlos IV o Fernando VII, y también la legendaria águila mexicana.
Ahora bien, la mayor parte de dicho metálico fue acuñado en España, sino en tierras mexicanas y llegó a China cruzando el Océano Pacífico y a través de Filipinas. De hecho, México contó con una Casa de Moneda ya desde 1535, donde se producían reales de a 8 con un peso de 27,5 gramos, de los cuales al menos un 90% eran de plata.
En China han aparecido monedas con los nombres de Carlos I y Juana I (“la loca”), probablemente procedentes de México y traídas de manos de los portugueses antes de la primera mitad del Siglo XVI. No obstante, este tipo de transacciones no fueron tan habituales hasta pasado el año 1683, cuando el Imperio Chino levantó la prohibición del comercio ultramarino y el flujo de comerciantes llegados de allende los mares comenzó a dejar cada vez más monedas extranjeras.
Dada su privilegiada posición en el comercio mundial y su valor estandarizado, los reales de a 8 llegados de México destacaron desde comienzos del Siglo XVIII y llegaron a ser tan codiciados que su precio de circulación superó al precio de su cantidad real de plata, especialmente en el caso de los que llevaban impreso el rostro de Carlos IV (abajo).
Ahora bien, quizás haya que matizar eso de que mostraban los rostros de la monarquía española, ya que muchas fueron reselladas en casi cada banco y establecimiento chino por el que pasaron. No en vano, al principio los mercaderes chinos no se fiaban demasiado de este medio de intercambio llegado de tierras tan lejanas, por lo que las monedas requirieron las marcas de diversas autoridades económicas locales para llegar a ser aceptadas.
Así pues, después de muchos años circulando de bolsillo en bolsillo y de tienda en tienda, los reales de a ocho quedaban irreconocibles, y en algunos casos incluso terminaban divididos en pedazos de plata que no dejaban de perder su valor en peso.
Después de la independencia mexicana y a medida que la demanda de productos chinos como la seda, el te o la porcelana aumentaba, los comerciantes extranjeros recurrieron al peso mexicano para poder realizar sus transacciones. De hecho, aunque puede que muchos se hayan olvidado ya de ello, los pesos mexicanos también fueron ampliamente utilizados en los Estados Unidos de América desde su independencia y hasta el año 1857, y también fueron los primeros en mostrar el famoso signo $.
Aunque al principio hubo ciertas reservas hacia las nuevas monedas acuñadas en México, no tardaron en ser aceptadas y ganar popularidad. Para el año 1853 ya habían sustituido totalmente a las monedas españolas en Cantón y en 1857 ocurrió tres cuartos de lo mismo en Shanghai. A partir de 1860, los pesos mexicanos inundaron el país y se extendieron por Hong Kong, Japón, Corea, Singapur y Malasia. Entre 1870 y comienzos del Siglo XX, comenzaron a circular más monedas de plata procedentes de Japón, los Estados Unidos, Hong Kong (vía británica) y Francia, hasta sumar un total de unos 1.100 millones, de las cuales un tercio eran mexicanas.
Por su parte, los propios chinos contaban con una especie de lingotes de plata llamados yuanbao (元宝) que se venían utilizando como medio de intercambio desde el Siglo III AEC. Durante la última dinastía (1644-1912), estos lingotes se presentaban en unidades de 1, 5, 10 y 50 taeles de oro o plata (1 tael= unos 40 gramos) y buena parte de ellos también había sido elaborada con plata proveniente de otros países.
Para que nos hagamos una idea de la cantidad de plata que llegó a China a través de sus rutas de comercio, según ciertos historiadores chinos, ya entre los siglos XVI y XVII, el país asiático se hizo con entre 7.000 y 10.000 toneladas de este metal, lo que suponía alrededor de un tercio del total producido en todo el mundo durante el mismo periodo. No olvidemos que a comienzos del Siglo XVII la economía China abarcaba alrededor de un 45% de la economía global y que ella sola superó a Inglaterra, Francia, Alemania, Italia y Rusia juntas hasta comienzos del Siglo XIX.
Sin embargo, como he sugerido al principio, los avances industriales de las potencias europeas tampoco lograron desestabilizar la economía china, ya que esta no desarrolló una verdadera demanda hacia sus productos, mientras que en Europa se seguían consumiendo cada vez más productos chinos. Finalmente, fueron las armas, el opio y las prácticas de dumping de productos textiles, entre otros factores, los encargados de dar un giro a favor de Occidente.
¿Cómo hubiese evolucionado la economía china de no haberse visto víctima del imperialismo? Desde luego, el país contó con plata de sobra como para comenzar a comprar tecnología e industrializarse. Pero ya sabemos que los conocimientos tecnológicos se abaratan con el tiempo, mientras que la plata sigue siendo plata, venga de donde venga.



Jabier, muy interesante tu reseña. Igualmente interesantes tus videos de YT que sigo con sumo interés. Me apasiona China y desde que tengo tiempo libre dedico muchas horas leyendo y viendo infinidad de información para cubrir mínimamente mi anterior déficit. Y eso que he viajado mucho a Oriente por negocios, pero era diferente. Leyendo lo de la plata española en China lo atribuyo al famoso Galeón de Manila que durante 250 años unió España con China a través de Filipinas y México gracias a un vasco, Urdaneta, que descubrió y mantuvo como secreto de Estado la corriente del Kuro Siwo (el Tornaviaje nuestro)que permitía navegar de Asia a América en tiempo prudencial (4-5 meses).
Esos bienes chinos (sedas y porcelanas) se pagarían con la plata que los pobres aztecas sacaban de su subsuelo en condiciones poco cristianas. En uno de mis viajes a Taiwán entré en un anticuario buscando los obligados regalos para la familia y descubrí (y compré) una de esas monedas de plata, que conservo, pero que entonces no relacioné con esta historia. La moneda data de 1770.
Continúa con tu labor pedagógica impagable para que aquí se conozca China de primera mano y así contribuyas a eliminar lentamente muchos años de propaganda distorsionadora de aquel país.
Qué interesante, Felipe. Agradezco mucho que compartas tus conocimientos sobre la materia y tus ánimos, significan mucho para mí.
Pobres aztecas, no, no aguantaron las condiciones de la minería, pobres africanos que los españoles llevaron para realizar ese trabajo como esclavos.
El libro de James Clavell “Tai Pan” habla un poco del tema del imperio británico, HK y la introducción del opio por falta de plata, muy recomendable! (tb Shogun pero trata de Japon).
Enhorabuena por tu blog, te sigo desde hace tiempo aunque no he tenido ocasión de comentar hasta ahora.
Un saludo!
Mil gracias por tu aportación y por seguir el blog.
Saludos!
Como recomendación también -aunque no es ensayo- el Ciclo Barroco de Neal Stephenson, que incluye una subtrama con el tema de la plata y Asia
Muchas gracias, tocayo 🙂