No sé si os habréis dado cuenta de ello, pero a los chinos les encanta explicar su cultura y su identidad en clave histórica. En los años que llevo en este país ya no sé ni cuantas veces me han repetido aquello de que “China tiene 5000 años de historia“. Y no me extraña, porque es un argumento cojonudo para zanjar cualquier cuestión relacionada con la situación política, social o cultural del país, o casi:
“¿Por qué se avanza tan despacio en materia de democracia? Porque acumulamos 5000 años de historia sin ella. ¿Por qué siempre obedecéis los deseos de vuestros padres? Porque lo hemos hecho durante 5000 años. ¿Por qué os gustan tanto el karaoke y los móviles? Porque… ¡que me dejes, extranjero!” En fin, a lo mejor no funciona siempre, pero cualquiera que haya pasado un tiempo por aquí sabe que hay que estar preparado para que te lo suelten en cualquier momento.
Obviamente, esta idea tan recurrente no es el resultado de la experiencia directa de los chinos, porque la historia te la tiene que contar alguien y en este caso ese alguien es el sistema educativo.
Ahora bien, a mi modo de ver, el hecho de que los profesores y los políticos sean tan pesados con lo de los miles de años responde, en cierta medida, a los mecanismos de legitimación del régimen político. Por supuesto, alguien podría decir que recurrir a la historia para justificar la inmovilidad del régimen chino es un disparate, sobre todo cuando este último fue fruto de una revolución y trajo consigo episodios de profunda y extensiva devastación de todo lo que oliese a viejo.
No obstante, el carácter fundamentalmente disruptivo de aquellos “lapsus” ha quedado bien diluido en los libros de historia y en según qué cuestiones ya casi ni se notan las contradicciones entre el régimen actual, cuya ideología proviene de la modernidad europea, y el régimen feudal de la vieja China.
Es decir, a los chinos se les ha convencido de que esos 5000 años pesan demasiado como para que la sociedad y la política evolucionen rápidamente en la dirección de los países occidentales. Pero no se les explica por qué deben obedecer a sus padres como hace siglos y al mismo tiempo esforzarse por alcanzar un ideal de desarrollo económico y social que proviene de Occidente.
Para nosotros la contradicción es muy obvia, pero eso es porque pasamos por una fase de profundos cambios culturales basados en el cuestionamiento de la autoridad familiar, lo cual, a su vez, tuvo un enorme impacto en el modo en que entendíamos la autoridad política. Es decir, nosotros dejamos de tener un gran padre al que obedecer tanto en nuestros hogares como en el Estado y este es un enorme giro que debemos a lo que vino después de lo se conoce como Mayo del 68.
De hecho, yo estoy cada vez más convencido de que el periodo de cambios que abrió Mayo del 68 es el capítulo histórico que mejor explica las diferencias culturales, sociales y políticas entre los países Occidentales y los que se quedan fuera de esa etiqueta. Pero esa es una parte de nuestra historia que el sistema educativo de China infravalora, igual que hacen los sistemas de otros regímenes beneficiados por la afinidad entre el papá de familia y el papá Estado, incluidos unos cuantos al este de los Urales. En lugar de ello, a los chinos se les ha enseñado que somos muy diferentes por cuestiones religiosas y culturales que hunden sus raíces bajo el peso de siglos y siglos, lo cual es cierto, pero solo hasta cierto punto.
Hoy en día, una vez que cualquier sociedad ha desarrollado su economía hasta el punto de garantizar a sus ciudadanos el acceso al conocimiento científico (véase Internet), todas esas herencias tan viejas pasan a ser cuestionadas irremediablemente y en medidas nunca antes vistas. Aunque hay una esfera especialmente resistente a ese terremoto: la familia.
El carácter multi-generacional de la familia implica una serie de relaciones primordiales de poder que parten desde la dependencia total (cuando somos bebés) y que pueden servir como modelo para una gran variedad de organizaciones. Naturalmente, las familias pueden desarrollar patrones muy variados que vayan desde la sumisión total hasta la cooperación libre entre iguales. Pero la inercia y la inmediatez de los hábitos creados por dichos patrones nos condicionan mucho más que 5000 años de historia y la simple idea de transformarlos nos puede producir auténtico terror.
No en vano, Mayo del 68 no solo supone una amenaza para algunos de los principales agentes sociales de las sociedades no occidentales, sino también para muchos agentes occidentales que ven con nostalgia los tiempos en que dominaban otros modelos de autoridad familiar y gubernamental. De ahí que siga siendo uno de los periodos más controvertidos y discutidos de nuestra historia reciente, al tiempo que le debemos gran parte de lo que hoy en día asociamos con nuestra mentalidad.
Por lo tanto, aunque sea falso que los chinos están atados por 5000 años de historia, es cierto que cargan con unos patrones familiares y políticos difíciles de cambiar a menos que se produzcan una serie de cambios como los que se vivieron a partir de la década de 1960 en Europa y América, regiones en las que, por cierto, ni siquiera existe un balance consensuado sobre los resultados obtenidos.
Conclusión: hasta que no desarrollemos otra unidad de reproducción biológica y cultural más eficiente, la familia seguirá suponiendo el ámbito más importante para la socialización, y el modo en que la vivamos y la entendamos tendrá un impacto directo en el modo en que vivimos y entendemos las organizaciones de diferente índole, incluido el propio Estado. Así pues, para cambiar la dirección de un régimen político es necesario cambiar las relaciones familiares y lograr el compromiso de varias generaciones hacia toda una serie de nuevos valores promovidos con la ayuda de los órganos y mecanismos del Estado.



“…un ideal de desarrollo económico y social que proviene de Occidente.”
Estando de acuerdo en lo fundamental de tu artículo, no tengo muy claro este comentario. El desarrollo es desarrollo. No tiene por qué venir de occidente. Agur bero bat.
Aupa, Patxi. Entiendo tu punto de vista, pero el desarrollo económico y social puede seguir modelos e ideales muy diferentes y dar lugar a resultados todavía más dispares. Sin embargo, en muchos aspectos China sigue las mismos criterios occidentales de medir el avance en términos de crecimiento del PIB y existe el mismo culto al consumismo y a las marcas que dominan en Occidente. Por poner un ejemplo, si China realmente sigue siendo un país en el que todavía mandan los valores del confucianismo, podrían haber dado lugar a un modelo de desarrollo que priorice la atención a la tercera edad, pero los asilos brillan por su ausencia y tanto las pensiones como la asistencia sanitaria deja mucho que desear. En lugar de ello ha dominado una idea de “alcanzar el nivel de desarrollo de los países avanzados” (esto se repite mucho en los libros de política) centrada en los aspectos con los que es más fácil sacar pecho, como el número de rascacielos, de Ferraris y de iPhones. También podrían dar el salto a una economía del conocimiento con características chinas, donde se podría hacer notar más su identidad especial, pero el gobierno tiene mucho miedo de ello porque sabe que es un área del desarrollo que depende estrechamente de la libertad de expresión y de asociación, y esto suena un poco peliagudo en un momento en el que los líderes están convencidos de que lo primero es garantizar la estabilidad política y estabilizar el desarrollo de las fuerzas productivas.
Primero, cuéntame que cambios según tú deberían de establecerse en el país según esta sección de párrafo:
“es cierto que cargan con unos patrones familiares y políticos difíciles de cambiar a menos que se produzcan una serie de cambios como los que se vivieron a partir de la década de 1960 en Europa y América, ”
Y segundo, cuéntame ese cambio en la unidad de reproducción biológica que debería de hacerse según has escrito aquí:
“hasta que no desarrollemos otra unidad de reproducción biológica y cultural más eficiente, la familia seguirá suponiendo el ámbito más importante para la socialización, y el modo en que la vivamos y la entendamos tendrá un impacto directo en el modo en que vivimos y entendemos las organizaciones de diferente índole, incluido el propio Estado.”
Gracias y saludos.
Hola, Pedro.
En cuanto a la primera cita, en China esos cambios podrían empezar a través de las nuevas generaciones y, como he dicho en la entrada, también en el ámbito familiar. Los jóvenes podrían pasar a cuestionar las decisiones de sus padres cuando consideren que están equivocados o podrían ignorarlos cuando les digan que les ha llegado la hora de casarse y les organizan citas a ciegas con sus amiguetes, por poner un ejemplo. También podrían empezar oponerse a que sus padres les organicen su vida escolar, académica y profesional, y esto transformaría profundamente la sociedad china, porque el nepotismo, los amiguismos y el intercambio de favores sobre el que funciona buena parte de la economía y la política dejarían de tener tanto peso. Además, en lugar de centrar sus vidas en las relaciones familiares e inter-familiares, los chinos comenzarían a tener algo más de espacio para lo personal y la sociedad podría pasar de ser una gran familia de familias a un gran conjunto de individuos con los mismos derechos y obligaciones. Es muy difícil que en China llegue a imponerse la idea de que todos somos iguales ante la ley cuando la sociedad funciona sobre la unidad familiar, porque estas son esencialmente anti-igualitarias y jerárquicas, y no funcionan sobre la base de lo racional, sino sobre la base de las emociones y la cercanía, de modo que doy un trato mejor a esas personas porque son cercanas a mí y no porque sean iguales a mí. Este es un problema muy recurrente entre los teóricos del derecho en China. Son muy conscientes de ello, pero tampoco saben cómo solucionarlo sin dañar su herencia cultural e identitaria. A todo esto, me gustaría aclarar que yo no defiendo ni me opongo a la transformación de China en este sentido. Simplemente quiero exponer las profundas implicaciones de transformar la política de un país.
En cuanto a la segunda cita, no tengo ni idea de lo que nos traerá el futuro. Pero si algún día inventamos una forma de reproducción más eficiente y segura que la gestación en el útero de una mujer, lo más posible es que ese nuevo método cause uno de los cambios sociales más profundos de nuestra historia, porque traería consigo una regulación de quién puede y no puede ser “padre” o “madre”, e incluso nos haría cuestionar dicha figura, porque podría haber lugares en los que las personas fuesen literalmente criadas por otras instituciones que no sean la familia. Ahora fíjate que para algunas personas esto podría sonar simplemente horroroso, pero a lo mejor hay otras que piensan que es la única solución para que la sociedad parta de una base realmente igualitaria, en la que no tendríamos descendientes a los que educar bajo nuestra responsabilidad y haciendo uso de nuestros medios, ni tampoco podríamos dejarle herencia alguna, mientras que nuestro patrimonio volvería a ser propiedad del Estado. Aquí la pregunta clave para muchos es: ¿sería seguro dejar la crianza de las personas en manos de instituciones que no sean la familia? Esto no solía dar muy buenos resultados en los orfanatos, pero los orfanatos son un pequeño parche de un sistema basado en la familia. ¿Qué ocurriría si esos “orfanatos” o “guarderías” del futuro fuesen la regla y todo el mundo naciese y creciese en ellos? ¿No nos preocuparíamos porque tuviesen las mejores condiciones posibles? ¿Acaso no funcionaría aquello de “ama a tu prójimo como a ti mismo”? ¿O eso solo funciona con la familia y sus privilegios de por medio?
A pesar de que Occidente haya introducido la nociva idea de atomizar el tiempo y desestimar el estudio de la Historia para entender por que el mundo es así, no se puede hacer “el loco” con sus propios asuntos en ese tema, ya que lo que se entiende por un lado como “Europa”con su comportamiento y por el otro “Norteamerica” no es producto de la generación espontanea, mucho menos lo que pontifican al resto del mundo, como lo que cita en el articulo: Democracia, sin el acompañamiento “versión siglo XXI”, comunicando una omisión de la que Occidente siempre hace gala ante un pueblo que a su juicio es “maligno” o “barbaro” o “inferior” por como suele hacer las cosas. Es como si la gente que vive al oeste de los Urales creyera que lo que entienden por democracia siempre hubiera sido así, sin cambios, cuasi idea perfecta de corte platonico dejando en segundo plano como es que la democracia fue cambiando (mas bien, obligada a cambiar).
Si se saca a relucir la respuesta de “China y sus 5000 años” como un cliché que le queda mal para explicar su devenir historico, pienso que lo justo tambien sería sacar a relucir lo caradura de la acción europea respecto a los hitos mas importantes promovidos en Europa y Norteamerica desde 1789. Citando un ejemplo dicho hasta la saciedad por la muy “liberal” Francia respecto a su Revolución: Libertad, Igualdad y Fraternidad; Derechos del Hombre y del Ciudadano…que terminaban perfumando la creación del Imperio Napoleonico, la restauración de la Monarquia y el rol camuflado de “nación cruzada” a la hora de “civilizar” con cañones e imperialismo colonial al mundo de forma cruel. Libertad, Igualdad y Fraternidad de dientes para afuera y de forma selectiva, o que lo digan un argelino o vietnamita.
Para terminar, veo muy dificil que a la familia se le encuentre reemplazo como primera base de desarrollo del ser humano, o a menos que un futuro distopico de clonación y ultraindividualismo promotor de egoismo vestido como utopia seductora logre hacer mella en la organización basica de toda sociedad que ha existido hasta ahora.
Saludos Jabiertzo!
Estoy muy de acuerdo en casi todo lo que planteas, Rommel. De hecho, la política china en materia de cultura e identidad tiene mucho de reacción ante los intentos de dominación por parte de las potencias occidentales. Si es cierto lo que he planteado sobre la relación entre patrones familiares y políticos, entonces no cabe duda de que los Estados Unidos llevan muchas décadas influyendo sobre nuestra política (en un sentido más amplio) a través de la hegemonía de sus producciones audiovisuales. Por ello, es muy natural que China, como país soberano, quiera protegerse de esa influencia y quiera impulsar sus propios modelos. El problema es que la gran mayoría de los países occidentales y desarrollados ya hemos pasado a entender el mundo con las claves proporcionadas por el Tío Sam y esto nos hace ser muy ansiosos y algo prepotentes a la hora de tratar con los países en vías de desarrollo o los países que apuntan tímidamente hacia avances democráticos. Nos hemos convencido de que un régimen se puede transformar a base de intervenciones militares o a base de presionar continuamente con los medios de comunicación, pero está cada vez más claro que eso no va a funcionar con países como China. Además, yo no tengo nada claro que haya que Occidente deba meterse en las transformaciones que el gobierno chino está llevando a cabo, a su manera y a su ritmo.
No deja de llamarme la atención que tanta gente crea que China tiene cinco mil años de historia cuando las primeras dinastías ocupaban un territorio mucho más pequeño de lo que es China y durante muchos siglos China ha estado dividida en países independientes que las más de las veces estaban ocupados guerreando entre sí. O por ejemplo el hecho de que la escritura china sólo tiene tres mil años y el chino actual no tiene ni mil.
Si aplicásemos ese mismo patrón para juzgar la edad de la cultura española, podríamos decir que España tiene unos tres mil años de historia. Europa igual. Y ya no hablemos de Iraq o Egipto.
Al final diría que no deja de ser ua herramienta de propaganda nacionalista destinada a engrandecer el país.
Jabiertzo:
¿Con que no está de acuerdo de lo que yo mencioné en el primer comentario?
Lo digo solo con el animo de hacer alguna corrección, añadidura o aclaración si hay lugar por eso.
Por ejemplo, coincido en que los ideales de la revolución francesa y de otras revoluciones burguesas occidentales fueron puestos al servicio de intereses imperialistas, igual que hacen hoy en día los Estados Unidos con la democracia, pero yo creo que algunos de esos ideales pueden realmente funcionar como valores universales al servicio del entendimiento mutuo y el beneficio de todas las personas al margen de la nacionalidad. Lo que ocurre es que hay tantas formas de llevar a la práctica la “democracia” y la “justicia”, que no nos queda más remedio que avanzar despacito y con mucho cuidado, sin despreciar los avances de los demás por muy pequeños que nos parezcan y sin tratar de alterar su curso. Si hay alguna forma efectiva de inspirar un cambio en los demás no es entrometiéndose en su forma de entender el mundo o la vida, ni a base de empujones, sino obrando con el ejemplo.