Como muchos de vosotros sabréis, China es un país que mantuvo durante siglos la costumbre de los matrimonios concertados. Y al igual que ocurrió en muchos otros reinos y países del mundo, dicha costumbre derivó en el desarrollo de profesiones, e incluso de industrias dirigidas al negocio del emparejamiento.
Las casamenteras chinas, denominadas meipo (媒婆), existieron en el Reino del Centro al menos desde la Dinastía Zhou (Siglos XI – III a. C.), y llegaron a alcanzar tal importancia, que su mediación era requerida para reconocer la legitimidad de los matrimonios. Es decir, su función en los procesos matrimoniales era tan crucial como la de los curas dentro de la tradición cristiana.
De hecho, existe evidencia histórica de que durante las dinastías Yuan, Ming, y Qing (las tres últimas), las meipo gozaron de un cargo y reconocimiento oficial en el gobierno, ya que, además de arreglar bodas, se encargaban de llevar al día parte del censo, y contaban con información demográfica de gran valor.
Esta condición hizo que las meipo constituyeran un agente social de enorme relevancia a la hora de regular el aspecto “reproductivo” de la sociedad.
Por un lado, sus visitas periódicas contribuían a animar y favorecer los enlaces entre diferentes familias, cosa que, al parecer, no tendía a ocurrir de forma tan espontánea como pensaríamos. Por otra parte, constituían un mecanismo de presión para que los “solterones” se preocupasen por buscar pareja. Y es que, por curioso que nos parezca, lo cierto es que, durante varias dinastías, el simple hecho de superar determinada edad sin casarse suponía un motivo de castigo (generalmente en términos económicos).
Al mismo tiempo, igual que ocurre con los sacerdotes cristianos, las meipo se llevaban un buen pellizco por parte de las familias a las que servían. Quizás por ello, este “sector” de la economía conoció desde bien pronto la competencia ejercida por las “meipo no-oficiales”, aunque buena parte de ellas ejerciese el oficio sólo a tiempo parcial. Además, aunque, por lo general, era un trabajo realizado por mujeres, también hubo hombres entre sus filas.
Generalmente, la tarea de las meipo consistía en tener bien controlados a todos los jóvenes, y no tan jóvenes, en edad de casarse, de modo que pudiesen determinar qué parejas eran las más “compatibles” según los términos de la tradición y de su intuición. Esta era una cuestión de lo más crucial dentro de la profesión, ya que la reputación de las casamentera dependía, en gran medida, del éxito de los matrimonios arreglados, el cual podía ser indicado por el estatus social conquistado, la cantidad de hijos criados, su salud, etc.
Como es lógico, las casamenteras de mayor reputación se encargaban de enlazar a los solteros de las familias de mayor estatus, mientras que las menos reconocidas se las apañaban como podían. En el caso de estas últimas, no era raro que ofreciesen otros servicios relacionados, como el de comadrona, actividad que les ofrecía una información de gran utilidad en el futuro.
Todo esto puede sonar un tanto extraño desde la perspectiva occidental-moderna, pero quizás su lógica fundamental no difiera tanto de las agencias matrimoniales o las páginas web de citas a las que recurrimos en la actualidad.
Y es que, el hecho de recurrir a los servicios de una casamentera no implicaba tener que acatar su recomendación, sobre todo cuando al “cliente” no le faltaba la pasta. Es decir, al igual que ocurre en la actual industria de las citas, a las meipo les importaba bien poco salir a buscar otro candidato o candidata para el matrimonio mientras sus esfuerzos se retribuyesen debidamente.
Además, aunque dar con ellas costaba algo más que clickear por la red de redes, estas profesionales se preocupaban de vestir con atuendos bien distinguibles, de modo que cualquiera pudiese identificarlas en caso de necesitarlo. Según parece, normalmente acostumbraban a vestir con colores llamativos, y no debía ser extraño que se pintasen un lunar sobre el lado derecho de los labios, a modo de detalle inequívoco.
En cualquier caso, como muchos sabréis, el aspecto más considerado en el proceso de mediación, tanto por las meipo, como por las propias familias, era el relativo al estatus económico y social. De hecho, esto es algo que también ocurre en el Occidente moderno, donde las estadísticas demuestran que la gran mayoría de la gente se casa con personas de su misma clase social.
No obstante, en la China tradicional, el proceso del casamiento se producía en términos que recuerdan mucho al concepto de “circulación de mujeres” del antropólogo Claude Lévi-Strauss.
Pues, lo que ocurría, básicamente, era que la familia del novio “adquiría” una esposa a cambio de una dote ofrecida a su familia a través de la meipo, quien, esencialmente, actuaría como mediadora del intercambio de mujeres entre los diversos linajes familiares. Porque, recordémoslo, en China, la familia tradicional es de tipo patrilineal, de modo que, al casarse, las mujeres pasan a formar parte del linaje del marido.
Y dado que, en muchas ocasiones, el matrimonio servía para limar las tensiones entre diversos linajes, o afianzar sus alianzas, el aspecto o apariencia física de la pareja era una cuestión del todo secundaria. De hecho, en la China tradicional era muy normal que el marido no viese el rostro de su mujer hasta la noche de bodas, aunque ese ya es tema para otro artículo.
En cuanto al declive de las meipo, por lo visto, su presencia descendió notablemente a medida que el país entró en los procesos de modernización, aunque, por lo visto, todavía quedan algunas por ahí. Sin embargo, ello no implica que los matrimonios concertados hayan desaparecido, ni mucho menos. De hecho, en la actualidad es muy normal que padres y madres organicen citas a sus hijos con jóvenes recomendados por su red de contactos.
Un día os contaré sobre los encuentros que la madre de mi novia le intentó organizar cuando llevábamos ya meses saliendo juntos a sus espaldas. Hasta entonces, espero que este artículo os haya interesado y que nos sigamos viendo en Historias de China.



Eso de los encuentros organizados por la madre debe de ser bastante común, sobre todo cuando llega en año nuevo y los polluelos vuelven a su nido…
Es muy cierto, Alfonso. Y como en mi caso, muchas veces lo hacen sin tener ni idea de la vida amorosa de sus hijos. Se pueden poner muy pesados con el tema, la verdad, y a veces llegan hasta límites que parecen de comedio (o tragedia).
Muy interesante! La palabra china que yo conocía para celestina no es meipo sino hongniang 红娘, que, al igual que celestina, también está sacado de un personaje de un libro!
Muchas gracias, Marta.
La verdad es que celestina y casamentera son cosas bastante diferentes.
La celestina es, generalmente, aquella que favorece relaciones amorosas o sexuales entre dos personas (o más), sin que impliquen necesariamente un interés matrimonial.
Las casamenteras, en cambio, son agentes dedicados a arreglar matrimonios, igual que lo hacían las meipo, o los meiren 媒人, término general aplicado tanto a hombres como a mujeres dedicados a esta profesión, a la que iba asociado un cargo administrativo en la China tradicional.
Como bien apuntas, quizás las hongniang estén más cerca de lo que nosotros entendemos por celestina (no sólo por la coincidencia de su origen literario), pero ni su función ni estatus son equiparables a los de las meipo.
Por lo que me consta al respecto, se puede denominar hongniang a la persona que pone a dos solteros en contacto, sin que ello implique una dedicación profesional.
Quizás hoy en día el concepto de hongniang sea más popular, ya que cualquiera puede cumplir su papel en un momento dado.
Y aunque en algunos lugares y periodos se usaran términos como hongniang, yuelao (月老) , fake (伐柯), baoshan (保山), bingren (冰人) o meishuo (媒妁) para referirse, más o menos informalmente a las meipo, este último era el término usado para diferenciar el cargo oficial del gobierno.
En fin, que ambos son conceptos diferentes, y gran parte de lo que explico en el artículo no puede ser atribuido a las hongniang.
En cualquier caso, muchas gracias por participar.
Saludos desde Changchun,
Javi
Veo en bastante culturas este tipo de cosas. Matrimonios obligados, padres que se entrometen en las relaciones de los hijos. Lo natural seria que cada uno se buscase o encontrase la pareja. Yo creo que evolutivamente lo mejor. Eso de obligar a casarse a gente que no quiere o no esta muy convencida debe tener consecuencia evolutivas perniciosas. Sobre todo si la obligada es la mujer que es la mas interesada biologicamente en elegir bien.
Sin embargo, si me he planteado que es importante facilitar la relaciones de todo tipo, no solo de pareja, de amistad, de negocios, aficiones, etc.
Uno de los motivo que pienso mas probables para que Europa y china hayan evolucionado culturalmente mas que otros lugares como africa, es la capacidad para relacionarse con la gente, por las comunicacion de Europa y por la escritura comun de china.
En algunos lugares como pueblos pequeños puede ser dificil tener nuevas relaciones y veces incluso se puede no encajar y estar fatal.
Las ciudades son un buen lugar para suplir esa falta se deberia potenciar esa capacidad.
Ciudades me refiero como el sitio donde va la gente de otros pueblos he resolver ciertos asuntos. desde administrativo a compras no habituales y ventas.
Me parece una funcion muy importante mejorar la prosperidad de una sociedad.
Este asunto no se si seria urbanismo, sociologia o que.
Soñé toda la noche, ya que sería muy bien juntos. Realmente te
extraño. Me gustaría compartir con ustedes momentos de alegría. Dar a
su amor para escuchar sus palabras dulces. Me imagino que usted está
sentado, entonces me abrazo. Deseo que era, de hecho, tan pronto como
sea posible. Hoy me pasó todo el día pensando sólo en ti. Pienso en
nuestra reunión. Este será el día más feliz de mi vida. Mi objetivo es
que, y nuestra reunión, y vamos a continuar nuestra relación seria.
Creo que también se desea. Yo sé que nuestros corazones tienen juntos
y se sienten entre sí.