Si China fuese la muy, muy lejana galaxia de Star Wars

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El universo de Star Wars constituye uno de los referentes narrativos que mejor se presta a todo tipo de analogías, símiles y parodias más o menos ociosas sobre cuestiones cruciales de la cultura occidental.

Democracia versus autoritarismo, tecnología versus espiritualidad, bien versus mal, no cabe duda de que la saga de George Lucas gira sobre algunas de las dicotomías más recurridas en los principales debates de nuestra civilización.

¿Pero qué hay de China? ¿Podría Star Wars funcionar como metáfora para entender los problemas políticos y sociales de este país?

Visto desde el enfoque de las narrativas occidentales en las que se basa la propia saga, podría parecer que la trayectoria política de China guarda ciertos paralelismos con el argumento principal de las primeras entregas de la saga: un imperio autoritario domina la galaxia frente a una pequeña resistencia defensora de los valores democráticos.

¿Verdad? Pues sólo en apariencia, ya que, a diferencia de lo que ocurría en la galaxia de Star Wars (y en la civilización occidental), China carece de un referente democrático en su pasado, y no sólo a nivel fáctico, sino también dentro de la historia de su pensamiento político, que nunca imaginó la democracia como un sistema ideal de gobierno.

Es decir, si la narrativa de Star Wars fuese adaptada a los desarrollos del Imperio Chino, lo más probable es que la línea de acontecimientos de La amenaza fantasma partiese de un contexto histórico en el que el Imperio Galáctico sumase ya varios siglos de hegemonía en manos de diferentes dinastías Sith.

Dicha hegemonía habría sido garantizada a través de la temible Estrella de la Muerte (Ejército Imperial) que ya cumplió hace tiempo su función “pacificadora”,  y cuyo láser destruye-planetas apenas estaría en condiciones de alumbrar el Festival de Primavera como Confucio manda, aunque la mayoría de los súbditos no perdería el tiempo en comprobar su verdadera capacidad disuasoria.

Así pues, si imaginamos al Imperio Chino como el dominio inter-planetario del Lord Palpatine, ¿qué agentes representarían a la República y al lado luminoso de la Fuerza?  Desde una perspectiva etnocéntrica nos podríamos sentir tentados a señalar a las naciones extranjeras que, efectivamente, motivarían su desestabilización. Sin embargo, personalmente, no me convence demasiado la analogía entre potencias como Gran Bretaña y el bando republicano de Star Wars, principalmente porque la mayoría de dichas potencias llegaron a China movidas por “oscuros” intereses colonialistas.

Sí, queridos amigos, los impolutos gentlemen de las élites políticas inglesas estaban ya hartos de que China no importase ninguno de sus productos y sólo aceptase plata como forma de pago por la enorme cantidad de seda y té que les compraban cada año. Así que, ni cortos ni perezosos, obligaron al Imperio Chino a abrir su mercado al opio, producto que, tras un par de guerras, se convirtió en la moneda de cambio que permitió mantener las arcas inglesas en buen estado.

Ese fue el tipo de experiencia que supuso para el Imperio Chino hacer negocios con los “abanderados de la democracia occidental”, quienes, dicho sea de paso, no tardaron mucho en descubrir que la “Estrella de la Muerte” de los chinos apenas era capaz de lanzar cuatro petardazos seguidos.

Sin embargo, la caída del Imperio Chino no trajo el periodo de paz y democracia que se insinúa al final de El retorno del Jedi, sino un tiempo de guerras y barbarie que añadirían un profundo trauma a la sociedad china.

Bueno, parece bastante claro que esta analogía entre los bandos “democráticos” y “autoritarios” de la etapa colonial de China y de la saga de Star Wars no funciona demasiado bien.  Pero, ¿qué hay del enfrentamiento entre los Jedi y los Sith?

En principio, si tenemos en cuenta los elementos de espiritualidad oriental presentes en la saga de Geoge Lucas, no debería costarnos identificar agentes de la sociedad china comparables a los Jedi, como podrían ser los propios monjes taoístas especializados en las artes marciales. De hecho, existen grandes similitudes entre la idea del uso de los “midiclorianos” o de la Fuerza según Star Wars y el principio del Chi de acuerdo con la filosofía y las formas de meditación y prácticas espirituales taoístas.

Sin embargo, dentro de la trama de Star Wars se aprecia una configuración de agentes político-religiosos que no es muy representativa de la situación que ha dominado en China durante los últimos siglos.

Me explico. En Star Wars, las élites políticas de ambos bandos constituyen grupos claramente influenciados por la religión o por filosofías con un fuerte poso espiritual. Pero lo curioso es que son precisamente los Jedi, quienes se muestran más orientados hacia el más allá , los que defienden los valores democráticos, mientras que los Sith, marcados por intereses principalmente seculares, se muestran mucho más afines al autoritarismo.

No obstante, por sorprendente que pueda parecer, desde una perspectiva cultural más honda, es precisamente esa afinidad entre las hermandades religiosas y la democracia la que ha distinguido el recorrido histórico de Occidente, cuya concepción de la ciudadanía para nada hubiese sido la misma sin las transformaciones sociales impulsadas por el cristianismo, sobre todo el de corte protestante.

Como ya recordé en otro artículo previo, el papel jugado por las organizaciones religiosas en Occidente constituyó un rasgo de lo más determinante a la hora de re-estructurar la sociedad por encima de las relaciones entre los linajes familiares, y fomentar una socialidad más basada en un “nosotros” ajeno a los lazos de parentesco.

Se trató, por así decirlo, de un cambio social basado en limitar la importancia de lo familiar en favor de lo colectivo y lo individual, y ese es, precisamente, uno de los aspectos en los que más se diferencian la cultura occidental y sus narrativas, de la cultura china.

De hecho, al contrario de lo que ocurrió en Europa, en China, las hermandades religiosas “tipo Jedi” nunca llegaron a convertirse en agentes estructuradores de la sociedad, y permanecieron en un segundo plano desde el momento en el que el confucianismo, de orientación más mundana y secular, fue elevada al título de ortodoxia imperial.

Entonces, ¿podría la imagen de los Sith funcionar como una buena analogía de la élite confuciana? Podría hacerlo de forma un tanto forzada si consideramos algunos de sus rasgos de forma aislada, aunque, probablemente, dejaría de convencernos en cuanto contrastásemos dichos rasgos con la figura análoga de de los Jedi en China.

Y es que, como ya insinué antes, la visión del mundo y del más allá de las organizaciones religiosas de China, ya fueran de cuño budista, taoísta o sincrético, nunca alcanzaron los niveles de relevancia política que ostenta la filosofía Jedi en las precuelas de Star Wars.

Por otra parte, la subordinación casi total de los esquivos monjes taoístas, (imaginados como posibles Jedi de China), bajo la hegemonía confuciana (como representantes del bando Sith)no sólo restaría emoción al enfrentamiento entre ambas fuerzas, sino que además se cargaría casi completamente el dramatismo de la escena cumbre por excelencia de la saga Star Wars. Pues en una sociedad estructurada sobre la unidad familiar, el núcleo ético de la historia de George Lucas hubiese cobrado tintes muy diferentes.

Imaginemos por un momento al Darth Vader chino como el censor supremo de la élite confuciana imperial, y a Luke Skywalker como el monje taoísta de origen incierto que lucha por defender la supervivencia de su monasterio.

Llegado el momento álgido de la escena, en el que se revela la relación de parentesco entre ambos, lo más probable es que el Jedi chino se dejase de dramatismos y aceptase la ayuda de su padre para acceder a un cargo en la administración, posición desde la cual podría ayudar de forma más efectiva a sus colegas del monasterio.

Y algo muy parecido ocurriría en la China actual entre un Darth Vader del Partido Comunista y un Luke Skywalker de alguna secta ilegal de Chi kung, porque en este país la piedad filial constituye el valor ético por excelencia, y el mandamiento de “honrarás a tu padre y a tu madre” está muy por encima de cualquier obligación hacia un dios todopoderoso o hacia determinados valores de carácter abstracto y absoluto como los de “bondad”, “justicia”, “igualdad”, o “libertad”.

¿Supone eso que la historia de China es como la de una Star Wars siempre dominada por el Imperio y el lado oscuro? Desde luego, se trata de una conclusión de lo más tentadora si nos empeñamos en analizar el contexto históricos y socio-político de este país desde las claves interpretativas de la película.

Sin embargo, como ya hemos comprobado en este enrevesado experimento, y como ya mostró hace un siglo el gigante de la sociología, Max Weber, más allá de ciertas similitudes superficiales, la configuración de agentes sociales que opera en el fondo de ambas historias es muy diferente, y descansa sobre una visión de la humanidad y del mundo esencialmente opuesta.

Por supuesto, ese hecho no impide que buena parte de la sociedad china tenga un interés cada vez más acusado por desarrollar una ciudadanía inspirada por los valores de la igualdad, la justicia o la libertad.

No obstante, a la hora de la verdad, la mayor parte de las familias chinas no se muestra dispuesta a arriesgarse por la conquista de ese modelo de sociedad, y prefiere preocuparse por sus propios intereses, aunque sea compitiendo con otras familias de su entorno por el acceso a las oportunidades de prosperidad que les ofrece el gobierno (de momento).

Al mismo tiempo, también es cierto que el gobierno hace lo posible por mantener a la sociedad en ese estado de competencia tan beneficiosa para la economía, pero ¿significa eso que el gobierno chino esté dominado por “el lado oscuro”? Es posible que el imperialismo estadounidense y sus mitologías nos inviten a pensar de ese modo, pero no me atrevería a asegurar que los chinos juzguen a su gobierno haciendo uso de ese tipo de categorías éticas.

Tal y como puede apreciarse en grandes clásicos de la literatura china como El arte de la Guerra, de Sun Tzu, el objetivo de la humanidad no sería tanto el de “dominar” la naturaleza o la sociedad para conquistar ideales metafísicos, sino el de adaptarse a las corrientes que se manifiestan en la realidad y usarlas a favor de objetivos mundanos y relativos como el de la prosperidad y la estabilidad.

Y si eso es verdad, es posible que China nos resulte todavía más interesante en términos antropológicos y sociológicos que la lejana galaxia que acoge las venturas y desventuras de Star Wars.

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