¿Por qué China sigue siendo la mala de la película?

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En el Este de Asia hay un país que ha sido gobernado por el mismo partido por más de 50 años, en el que todavía se aplica la pena de muerte por ahorcamiento y donde domina una concepción ultraconservadora de las relaciones de género. A lo mejor algunos pensáis que me refiero a China o a Corea del Norte, pero estos hechos corresponden a Japón. ¿Sorprendidos? Pues lo cierto es que no os puedo culpar, porque el doble rasero que aplican los medios occidentales a los regímenes de estos lares es de aúpa.

A los periodistas de nuestros medios les encanta recordarnos una y otra vez que China tiene un régimen político unipartidista. Da igual que el artículo en cuestión trate sobre su famosa burbuja (la que lleva 10 años a punto de explotar) o sobre el resultado de un campeonato de ping-pong, porque nunca está de sobra recordar los años de hegemonía que suma el Partido Comunista de China. Otros periodistas nos dan la turra de forma más sutil, colgando —aun cuando no viene a cuento— etiquetas como “Mao”, “dictadura”, “masacre” y otras que levantarían oleadas de indignación en cualquier país con un pasado político cuestionable. Quien no tenga pecado…

Ahora bien, ¿en cuántas de las noticias sobre Japón se recuerda al lector que el Partido Liberal Demócratico lleva gobernando el país casi ininterrumpidamente desde 1955? ¿En cuántas se presenta a este partido como aquel que recibió financiación de la CIA durante décadas? ¿Cuántas veces se ha acordado nuestra prensa de que la recién dimitida presidenta de Corea del Sur, Park Geun-hye, es la hija de un dictador? ¿Y qué hay de la molona Tailandia? Sí, ese edén turístico que recién cumplió su duodécimo golpe de estado en menos de un siglo, con disparos, explosiones, muertos y toda la pesca. Pero todo aquello ya pasó, ¿o no?

Otra cosa bastante curiosa es lo que ocurre cuando se nos habla sobre Hong Kong y Taiwan.

Hong Kong ha pasado de ser una colonia británica en la que apenas hubo rastro alguno de democracia a convertirse en un lugar intolerablemente oprimido por el Partido Comunista de China. Hablamos de una isla en la que los pobres viven en jaulas y cuya realidad económica y social es una clara muestra de lo que ocurre cuando dejas al capitalismo solo en casa. Pero todo eso da igual. Lo importante es que iba a convertirse en un paraíso democrático por la inmaculada gracia de los ingleses (esos que obligaron a China a abrir su mercado a punta de opio), hasta que cayó en las diabólicas garras de Pekín.

Taiwan tiene unos antecedentes “democráticos” que tampoco contrastan demasiado con los de Japón o los de la China continental. La constitución que se firmó en 1946 quedó preciosa durante décadas de dictadura del Partido Nacionalista Chino (Kuomitang), quienes no eran precisamente unas hermanitas de la caridad. Pero en 1996 se produjeron las primeras elecciones presidenciales directas y hoy en día Taiwan hace gala de un gobierno representativo casi a la altura de los mejor valorados en el mundo occidental. Además, es muy posible que en breve se convierta en pionera de toda Asia al legalizar el matrimonio homosexual.

Sin embargo, el carácter modélico de la política taiwanesa me genera más dudas que certezas. ¿Cómo es posible que un lugar tan cercano y tan sujeto al vilipendiado régimen del dragón rojo sea uno de los más brillantes de la región? ¿No es un poco contradictorio? ¿Acaso la cultura china es más afín a la democracia que la japonesa o la coreana?

Conste que mi objetivo en esta entrada no es desprestigiar los avances democráticos de este lado del mundo. Es muy posible que me quede a vivir en China y mi deseo es que este país mejore sus mecanismos de representación política. Es más, llamadme iluso, pero soy de los que piensan que esto puede llegar a ocurrir antes de lo que muchos esperan, quizás a través de una escisión del PCCh, que es un partido demasiado grande para un país tan enormemente complejo.

Mi intención aquí era cuestionar las connotaciones políticas presentes en la mayoría de artículos que los medios occidentales dedican a China. Simplemente, no me parece razonable actuar de forma tan sesgada y creo que detrás se ocultan otras cuestiones que una prensa honesta debería tratar sin tapujos. Por ejemplo, me gustaría que se hablase más de las tensiones que genera la política económica de China al contradecir las recetas de desarrollo del Banco Mundial y del FMI, esas que recomiendan que el Estado no intervenga en la economía. Porque China se ha enriquecido al adoptar una economía de mercado, sí, pero una economía de mercado tutelada por un Estado dueño y promotor de los principales motores de la banca o la industria nacional.

Generalmente, cuando un país comienza a desarrollarse, las ejemplares potencias occidentales siempre están dispuestas a echar una mano en cuestiones de “democratización”. Sin embargo, la historia nos demuestra que lo que realmente buscan es abrir nuevos mercados para sus grandes empresas y facilitar que compitan con ventaja. Eso se consigue exigiendo que los países pobres hagan exactamente lo contrario de lo que hicieron los ricos: abstenerse de mezclar Estado e industrialización (véase Latinoamérica).

Pero China no ha caído en esta trampa y no solo se ha convertido en una superpotencia, sino que también está incubando uno de los mercados más jugosos del planeta. Es decir, además de conseguir vendernos de todo, guarda uno de los caramelos económicos más apetitosos en su poder, y aunque esto se veía venir, cambia totalmente las tornas del tablero económico global. Ahora pensad por qué Trump y los suyos ya no quieren jugar a la globalización.

Ante este contexto, es posible que a ciertos agentes de ciertos países les interese seguir criticando a China y tratar de desestabilizarla para sacar tajada a su enorme potencial de crecimiento económico. Desde luego, una crisis política en China haría frotarse las manos a cantidad de inversores dispuestos a comprar cuota de mercado a cambio de financiar a determinadas fuerzas opositoras. Dicho de otro modo: visto lo que está ocurriendo en otras regiones intervenidas por el matón democratizador de los EEUU, no resulta descabellado pensar que la matraca constante contra China y el silencio hacia otros regímenes tanto o más cuestionables esconden otro tipo de dinámicas que nuestros medios de información ignoran o sobre los que no nos quieren informar.

9 comentarios en “¿Por qué China sigue siendo la mala de la película?”

  1. Buen berrinche, me ha gustado.

    Un detalle Hong Kong SI OLIO la democracia Británica, en cuando quedó definitivo que les devolvieran las tierras a China se acordaron de esa palabra y les concedieron el privilegio de poder votar a su “alcalde”.. Por supuesto asegurándose que no pudieran solicitar fácilmente la ciudadanía Inglesa en un futuro.

    Y el título lo siento, queda ya anticuado, Hollywood NO se atreve a ponerlos de malos desde hace años, no sea que les impidan vender su producto allí.

    Sobre el futuro de china habrá que esperar a que los hijos y nietos de… tomen el poder, para ver cómo los han educado, de todas formas como mucho limitará el desarrollo, como ya han demostrado el resto de países orientales

    1. Es verdad que “olió” la democracia, pero no deja de ser irónico y bastante sospechoso que lo hiciesen justo antes de devolver las tierras. Fue un bonito regalo de descolonización, mucho más amable que el que el de separar India y Pakistán, pero cargado de dudosas intenciones e implicaciones. Te doy la razón en que China ya no es la mala en las películas de Hollywood, o no lo es de forma tan obvia, pero creo que también habría que explicárselo a los periodistas que se empeñan en hablar de China como si fuese la guarida del doctor maligno.

  2. Ya lo dije yo en mi blog, el modelo chino de gobierno lo peta. El filósofo Slavoj Zizek lleva ya mucho tiempo diciendo que la democracia no funciona y que hay que tener gobiernos fuertes. Cuando tienes un gobierno haciendo planes a 10, 20 o más años vista, no hay quien les pare. En los próximos 100 años, los chinos nos comerán con patatas. A ver cuánto dura el soft power, porque espero que sigan usándolo en vez de ir por la vía del hard power.

    Es mucho más inteligente usar el soft power y no crear dicotomías blanco-negro, bueno-malo.

    Yo me pregunto qué pasaría si de repente entramos en guerra con China e instantáneamente todo lo que nos vende China deja de llegarnos. A ver cuántos años tardaríamos en recuperarnos y mientras tanto los chinos nos sacarían varias décadas de ventaja tecnológica.

    La venganza de la deslocalización se sirve fría.

    1. Muy buenas, Carlos. Puedes enlazar directamente tu entrada si quieres compartirla.

      Uno de los problemas que veo en la democracia es que puede no ser un sistema demasiado efectivo para hacer frente a la crisis ecológica que se avecina. Es decir, dadas las evidencias, los políticos y periodistas debería ser más insistente sobre la gravedad del cambio climático, pero parece que ese producto no vende en las democracias porque estas dependen de un sistema de mercado con unas fuerzas que se resisten a tomar medidas. El abandono del Acuerdo de París por parte de Trump es un buen ejemplo de los problemas a los que me refiero. A mí me encantaría que esto lo pudiésemos resolver en democracia, votando a partidos que tracen estrategias eficaces a largo plazo, pero me temo que eso es bastante difícil de realizar mientras los acuerdos no sean vinculantes. Si China sigue fiel al Acuerdo de París y mete los objetivos ecológicos en sus planes quinquenales, en 15 años podría ser un país totalmente diferente y “salvar” la crisis global que hemos creado entre todos (los chinos son los que más contaminan pero ni de lejos los que más consumen).

  3. Parece que el único que intenta poner a los Chinos como los buenos ahora mismo es HOLLYWOOD. No hay película palomitera hoy en dia en el que no salga un chino o que parte de la peli o casi todo suceda en China, y sean ellos los que salven la situación jeje. Aunque por desgracia se que solo lo hacen por motivos de taquilla… no para ejemplificar y darnos una lección como has hecho en este artículo. Una pena la verdad…

    1. Yo creo que el giro que ha tenido que pegar Hollywood con respecto a China es un buen ejemplo del poder que el gigante asiático está consiguiendo a través de su suculento mercado. Pero también me parece que Hollywood sigue enviando cantidad de mensajes políticos sobre China, aunque ahora son más sutiles. Por ejemplo, en la película Star Wars: Rogue One, participan un actor de Hong Kong y otro de China continental. El personaje del primero es un idealista mientras que el del segundo es muy pragmático, y me dio la sensación de que cada uno representaba el espíritu de su respectivo sistema político. Además, ambos personajes forman un dúo que comparte ciertos desarrollos previos. Para mí esto se refleja de forma bastante clara al final (alerta spoiler), cuando el primero se sacrifica e “inspira” un cambio en el segundo. Pero a lo mejor son mis imaginaciones 😀

  4. Qué falta hacen tus artículos y tu mirada antropológica, Jabiertzo! Felicidades por el blog, como siempre. Hacía tiempo que no lo leía y me he puesto al día. Echaba de menos que alguien dijera lo que dices en esta entrada precisamentw. Y más estos días que nos tienen con el mandato ilimitado de Xi Jinping hasta el moño…. Enhorabuena 🙂 por curiosidad, tienes alguna entrada sobre medicina tradicional china? Saludos desde Manresa

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