“Lianhuanhua”, los librillos ilustrados del entretenimiento y la propaganda en la China comunista

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Si bien es cierto que durante el mandato de Mao Zedong se desarrolló una potente maquinaria de propaganda audiovisual, y China seguramente batió el récord mundial de entradas de cine vendidas en 1959 (4.170 millones), lo cierto es que las películas producidas hasta mediados de la década de los 70 tuvieron un impacto mucho más limitado de lo que podemos imaginar quienes hemos sido criados junto a la pantalla del televisor y el ordenador.

En el año 1978, dos años después de la muerte de Mao, ni siquiera había 10 millones de chinos con acceso a la televisión, lo que implica que la propaganda a favor de sus más discutidas políticas, como la del Gran Salto Adelante y la Revolución Cultural, corrió prácticamente sobre la misma tecnología disponible allá por la Alemania nazi.

Por esa razón, gran parte de las obras comunicables a base de texto e imágenes siguieron imprimiéndose en papel y difundiéndose a través de formatos disponibles de la propia tradición china, como los célebres librillos ilustrados conocidos como lianhuanhua (连环画).

Aunque hay quienes identifican el origen de los lianhuanhua en los libros ilustrados de la Dinastía Song (960-1279), sabemos que las viñetas llegadas de Occidente también influyeron en su nacimiento, y que este tuvo lugar en la Shanghai de finales del Siglo XIX.

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Estos librillos, de apenas el tamaño de una palma, fueron el formato elegido para dar vida a destacados capítulos de la historia, el folklore y la mitología china en un momento en el que la identidad nacional se debatía entre diferentes proyectos de modernidad.

Los lianhuanhua, también conocidos como xiaoren shu o xiao shu, no solo se vendían en muchos kioskos de China, sino que además era posible alquilarlos por un módico precio, lo que les hizo ganar gran popularidad incluso durante los años de guerra contra Japón, cuando comenzaron a ser utilizados como herramienta propagandística.

A partir de los años 50, las historias sobre la tradición fueron dejando paso a temas con mayor carga política, y muchos de estos librillos se utilizaron para extender el mensaje de las producciones cinematográficas allá donde los proyectores no llegaban.

Es decir, los lianhuanhua se convirtieron en la versión de papel de las películas favoritas del régimen, como The Eternal Wave (1958) o Struggles in an Ancient City (1963), aunque también sirvieron para dar a conocer las “óperas modelo” u “óperas revolucionarias”, ideadas por Jiang Qing (esposa de Mao Zedong) durante la Revolución Cultural.

Por supuesto, también se publicaron historietas propagandísticas sin precedente fílmico, como la de la siguiente foto, con fecha de publicación de 1969, en la que prácticamente cada página muestra el rostro de Mao Zedong, o la que va a continuación, en la que se narra la vida y milagros de unos Carlos Marx y Federico Engels un tanto estilizados.

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No obstante, mientras en el Hong Kong de los años 70 estos librillos comenzaron a quedar en el olvido, en China siguieron siendo muy populares hasta el inicio de la siguiente década, periodo en el que prácticamente no quedó película que no estuviese en versión lianhuanhua (incluso cintas extranjeras como las de Star Wars fueron adaptadas al formato).

Aun así, para que nos hagamos una idea de las dimensiones del fenómeno, solo en el año 1982 se publicaron unas 2100 historias, cada una de las cuales sumó alrededor de 100.000 copias vendidas, lo que supone un total de más de 200 millones de librillos vendidos, 20 veces más que la media anual durante los años 60.

En cuanto a su situación actual, pese a que en China los lianhuanhua también cumplieron las funciones de nuestros tebeos, y varias editoriales han vuelvo a publicar algunas de las obras más populares, lo cierto es que han quedado totalmente relevados por los cómics al estilo occidental y japonés, y ya hace décadas que nadie recurre a ellos para “ver” una película o una teleserie.

Ahora bien, eso no quita que no exista todo un mercado de segunda mano y antigüedades dedicado a los coleccionistas y nostálgicos, o a foráneos curiosos como servidor o su tocayo Javier García, quien ha tenido la generosidad de compartir esta foto de sus lianhuanhua de Tintín.

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Eso es todo por hoy. Espero que la historia de los lianhuanhua os haya resultado interesante, y para quienes os hayáis quedado con ganas de más, os dejo un enlace al archivo de la Universidad de Hawaii, donde encontraréis cantidad de ilustraciones digitalizadas al alcance de un click.

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