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Blog vs canal de YouTube: mi experiencia de “divulgación” en datos

No sé si os habréis dado cuenta pero estas semanas hemos estado de obras en este blog y a lo tonto ha pasado más de un mes sin que publicase ninguna entrada, lo que supone el mayor periodo de inactividad desde que abrí este espacio allá por el año 2013.

Para mí sería muy fácil echar la culpa del parón a las tareas de rediseño que ha llevado a cabo Virginia Etxepara (os la recomiendo si os planteáis una faena similar), pero no os voy a mentir. La verdad es que desde que abrimos el canal de YouTube nos hemos volcado en el mundo de la grabación y la edición de vídeos, y lo hemos hecho principalmente por una razón: la posibilidad de llegar a más gente y conseguir más apoyos para seguir trabajando.

Es posible que algunos digan que prefieren leer mis ocurrencias antes que verlas en vídeo, pero lo cierto es que la gran mayoría de mis vídeos parten de un guión que bien podría publicarse como una entrada más. La diferencia está en que ahora ese texto pasa a comunicarse en un lenguaje audiovisual, que permite poder transmitir muchas cosas más, siempre y cuando se tenga una mínima idea de cómo hacerlo.

En mi caso, llevo muchos años interesado en el mundo de la imagen y el sonido, y durante mis estudios de antropología y sociología siempre intenté producir documentos que permitiesen ir más allá del papel. Por ejemplo, cuando presenté mi tesis, iba acompañada de horas y horas de grabaciones de audio y vídeo de entrevistas, clases de español impartidas a estudiantes chinos, charlas de expertos en cultura china, etc. Pero a la hora entregar los materiales me encontré con que mi universidad ni siquiera sabía qué hacer con esos archivos.

De hecho, me da la sensación de que las ciencias sociales están terriblemente anticuadas en lo que se refiere al uso de nuevos medios para la investigación y me resulta incomprensible que hoy en día todavía haya quienes hacen entrevistas armados solamente con una grabadora de sonido, ¡con la cantidad de información que intercambiamos a través de la comunicación corporal!

Pero ese espíritu carroza también se manifiesta en la pereza a la hora de divulgar a través de las nuevas plataformas de comunicación. ¿Será que a los científicos sociales no nos da más que para escribir los dichosos papers? ¿No es un poco irónico que la sociología, en tanto que disciplina dedicada al estudio de las sociedades modernas, sea de las últimas en actualizar sus métodos de divulgación?

Fuera como fuese, y para los que os encontréis ante el dilema de transmitir vuestros conocimientos a través de un blog o un canal de YouTube, aquí van mis datos:

1) Visitas

-Blog: En los más de 5 años y medio que lleva en marcha este blog, ha acumulado más de 1.800.000 visitas, muchas de las cuales las debo a los artículos que se colaron en la portada de Menéame.net.

-YouTube: En poco más de un año y medio, ya sumamos más de 4.400.000 reproducciones, algunas de ellas también provenientes de Menéame, pero sobre todo de Yonkis.com, donde me han ofrecido una apoyo por el que les estaré siempre agradecidos.

2) Suscriptores

-Blog: No llegan a 350 en el lustro y pico que llevamos en marcha.

-YouTube: Más de 30.000, la mayoría en los últimos meses.

3) Coste

-Blog: A simple vista el blog puede parecer muy sencillo para ponerse en marcha y muy barato si te conformas con una cuenta clásica de WordPress.com, que sigue siendo gratuita. Pero si quieres ir un poco más allá en cuanto a diseño o se te ocurre contratar tu propio hosting para poner publicidad e intentar ganar algo de dinero, te encontrarás con la necesidad de invertir una suma que puede igualar fácilmente a la necesaria para poder ponerte a hacer vídeos presentables.

-YouTube: Quizás algunos penséis que tener un canal de YouTube como el nuestro es muy costoso porque exige comprar el equipo para grabar y editar, lo cual es cierto. En mi caso, estoy usando la misma vieja Canon 600D y los mismos objetivos que empleaba para hacer las fotos del blog (ahora los voy a actualizar), pero también he comprado un ordenador que permita editar sin morirse continuamente y que me costó más de 700 euros (también lo uso para morir jugar al Dark Souls III). Ahora bien, YouTube no me cobra por publicar mis vídeos y me permite monetizarlos siempre y cuando no me pase con las palabrotas o me meta en temas farragosos.

4) Rentabilidad XD

-Blog: Los que me conocéis, sabéis que esta web ha estado libre de publicidad de Adsense u otras plataformas durante casi toda su existencia. Sin embargo, hubo un tiempo en que las utilicé pensando que al menos conseguiría sacar unas perras para ir tirando de gastos. Lamentablemente, eso nunca sucedió y este blog siempre ha sido deficitario, aunque es verdad que desde hace un par de años nos ha servido para ofrecer los servicios de enseñanza del mandarín de Lele y pescar algún que otro cliente. También he conseguido vender unas cuantas copias de mi libro gracias a los anuncios del blog, pero a 2 euros la copia y con la comisión que se lleva Amazon no me llegaba ni para un café al mes, que además en China es más caro.

-YouTube: A pesar de que sigo sin poner publicidad en mis vídeos durante la primera semana de su publicación (a lo mejor cambio esto), YouTube me ofrece un poquito más de 20 euros por más de 100.000 reproducciones mensuales, lo cual es mucho más de lo que nunca recibí con la publicidad de mi blog. Además, la capacidad de llegar a más gente te permite cruzarte en el camino de más personas dispuestas a convertirse en tus mecenas a través de servicios como los que ofrece Patreon.

5) Conclusión:

En mi caso, el hecho de recurrir a YouTube para contar mis peripecias y ocurrencias de sinólogo frustrado me ha permitido ir bastante más allá de lo que alcanzaba con el blog. Y no es por aquello de que una imagen vale más que mil palabras, sino porque de este modo cada palabra puede ir acompañada de cantidad de fotogramas, ofreciendo una experiencia de comunicación mucho más vívida y completa. Además, YouTube me ha permitido conectar con muchas más personas y obtener un nivel de apoyo que me anima a tratar de hacerlo cada vez mejor.

¿Significa eso que voy a dejar de publicar entradas en este blog? Pues no, pero es posible que tenga que cambiar el modo en que trabajo con esta web y estoy más que abierto a vuestras sugerencias al respecto.

¡Nos vemos en las redes!

5 comentarios en “Blog vs canal de YouTube: mi experiencia de “divulgación” en datos”

  1. Podrías compartir cosas del mundillo chino por aquí, de esas que es difícil plasmar en un vídeo sin llenarlo de capturas de pantalla. Me refiero a esas veces en las que hablabas de un tema y como reaccionaban los chinos en weibo y demás.
    La verdad es que casi todo lo que se me ocurre queda mucho mejor en formato de vídeo.

    1. ¡Muchas gracias por la sugerencia! Me parece una buena idea. A lo mejor uso las entradas del blog para completar la información de los vídeos y añadir enlaces como los que propones. ¡Saludos!

  2. Hola caballero,

    Parece que le ha dado bastantes vueltas al tema. Me alegro!!! Solo comentar que puede que sea una parte minoritaria de las visitas q recibes y que probablemente me “caiga” de sus seguidores, ya que solo puedo consultar tu blog en el camino hacia o desde el trabajo, y ver videos me es más complicado, me lleva más tiempo y puede ser algo molesto para los usuarios del [maldito] autobús…

    Por otro lado, me encanta cómo escribes y la cantidad de datos que das sobre China y la vida allí. me gusta mucho tu visión “normal” de las cosas. Los comentarios acerca de las cosas y la gente que te rodea. Nos haces ver que no son aliens, simplemente tienen una cultura bastante distinta a la nuestra con todo lo que eso conlleva (parece una Perogrullada, pero cuando te crees el ombligo del mundo, como nos pasa en Occidente, es difícil darse cuenta y asumir estas cosas). Muy interesante.

    Siga usted así. Gracias.

    un abrazo,

    F

  3. Hola Javier, tengo una consulta, como publicas tus videos desde China hacia youtube? (tenia entendido que estaba bloqueado) Y como es el asunto de internet allí desde tu experiencia como occidental?

    Saludos desde Argentina

  4. [19/4 11:56 PM] Giovanni Faneite M: Los soldados aliados violaron a más de un millón de mujeres y niñas alemanas tras la II Guerra Mundial
    Una nueva investigación histórica afirma también que nacieron miles de niños en la antigua capital del Reich como consecuencia de estos abusos

    El absurdo cuestionario aliado para «cazar» a los nazis ocultos entre los ciudadanos alemanes
    Churchill, el líder que temía a los ovnis y desayunaba whisky
    El misterio de la bomba atómica que quisieron fabricar los científicos nazis
    Los crímenes cometidos por los soldados nazis durante la Segunda Guerra Mundial son conocidos ampliamente por la sociedad. Y es que, en su currículum tienen el infame privilegio de haber realizado desde crueles experimentos científicos en seres humanos, hasta asesinar a una ingente cantidad de personas en los campos de concentración. Sin embargo, lo que no suele aparecer en los libros de historia son los crímenes que los soldados aliados cometieron contra la población civil.

    En un intento de luchar contra este olvido, la historiadora alemana Miriam Gebhardt ha publicado un libro (del que se ha hecho eco el «Daily Mail») en el que afirma que los soldados aliados violaron aproximadamente a un millón de mujeres y niñas al final de la contienda. En esta cruel estadística, la experta también incluye a las personas que sufrieron este tipo de abusos sexuales tras la caída de Berlín, lugar en el que el terror sembrado (especialmente) por las tropas del ejército soviético sería imborrable para la sociedad.

    «Tras la guerra, por lo menos 860.000 mujeres y niñas fueron violadas por los soldados que ocuparon la región y por sus ayudantes. Sucedió en todas partes», explica en sus primeras líneas el libro de Gebhardt. A su vez, la investigadora afirma que, contrariamente a la idea que estaba extendida hasta hace bien poco, estas tropelías no fueron cometidas únicamente por soldados soviéticos (a quienes Stalin había solicitado hacer el mayor daño posible a Alemania en venganza por la invasión de la U.R.S.S.) sino también por estadounidenses y británicos.

    Pero… ¿Por qué razón no han trascendido estos crímenes de guerra? Para responder a esta pregunta, Gebhardt recurre a la misma idea que ya explicó a ABC el escritor e investigador Alberto de Frutos hace unos meses: la vergüenza. Pero no la vergüenza por ser blanco de este perverso acto, sino porque los aliados se esforzaron en extender la idea de que Alemania y sus ciudadanos habían sido los culpables de la Segunda Guerra Mundial. Como tal, convencieron a las mujeres de que cualquier castigo que le fuera impuesto a la población era pequeño comparado con los asesinatos en masa de Adolf Hitler .

    Sexo a cambio de una tableta de chocolate
    El libro de Gebhardt, que lleva tras de sí un año de investigación, señala a su vez que –además de estas violaciones- las mujeres y niñas alemanas también accedieron a tener relaciones sexuales con los aliados a cambio de cualquier alimento que éstos pudieran ofrecer.

    Y es que, en aquel tiempo las hambrunas entre la población alemana eran tan severas que no quedaba otro remedio. «Por entonces se solía decir que tuvieron que pasar seis años para que los estadounidenses vencieran a los soldados alemanes, pero tan solo un día y una tableta de chocolate para que conquistaran a las mujeres alemanas», determina la historiadora.

    Finalmente, la investigadora también explica en su obra que, además del trauma de la violación, las mujeres alemanas dieron en los siguientes meses a luz a miles de niños. Todos ellos, frutos de las violaciones de los soldados aliados. «Sus padres eran, en su mayoría, desconocidos, y las mujeres no recibieron ningún tipo de ayuda financiera», añade la experta.
    [19/4 11:56 PM] Giovanni Faneite M: Las violaciones masivas de Nankín
    EL HOLOCAUSTO OLVIDADO
    El ejército imperial japonés alcanzó en China el paroxismo de la crueldad

    “Dejad, los que aquí entráis, toda esperanza”, dicen las puertas del infierno de la Divina Comedia . Dejad de leer si no queréis abrir de par en par un averno nada literario, diría hoy Dante. La descripción de lo que hizo el ejército imperial japonés durante 1937 en Nankín, que entonces era la capital de la república de China, puede revolver el estómago más insensible. Asesinatos y violaciones en masa. Decapitaciones, torturas y robos. Personas enterradas o quemadas vivas. Millares y millares de mujeres cosificadas, niñas y ancianas incluidas…

    Prisioneros utilizados para vivisecciones o para probar el filo de las espadas. Bebés lanzados al aire y ensartados en bayonetas. Criminales de guerra que se burlaron de la justicia… Estáis avisados: este texto contiene imágenes muy desagradables. No hay otra forma de explicar el paroxismo de crueldad alcanzado por los soldados del emperador Hirohito, que siguió en el trono a pesar de todos sus pecados. Otro que también se libró de ir a juicio fue su tío, el príncipe Asaka, que comandó las tropas en Nankín junto al general Iwane Matsui, este sí ajusticiado en 1948.

    En 1931, seis años antes de la barbarie que hoy recordamos, Japón ya se había apropiado de una parte importante de China, Manchuria. Bernardo Bertolucci reflejó la creación del estado títere de Manchukuo en El último emperador , de 1987. Otra película, tan sobrecogedora como La lista de Schindler (1993), explica la masacre de Nankín (Nanking o Nanjing). Ciudad de vida y muerte , del director Lu Chuan, recibió la Concha de Oro de San Sebastián en el 2009. El bombardeo de Gernika y esta otra tragedia fueron los pistoletazos de salida de la Segunda Guerra Mundial.

    Con Manchuria en su poder, Japón se preguntó por qué conformarse con un trozo del pastel si se lo podía comer entero. La invasión comenzó el 7 de julio de 1937, aprovechando los enfrentamientos entre las tropas nacionalistas de Chang Kai Ckek y los comunistas de Mao Zedong. Las escaramuzas estallaron aquel mismo día, pero las batallas a gran escala comenzaron en Shanghai del 13 de agosto al 26 de noviembre. Los invasores encontraron más resistencia de la prevista y decidieron dar en su avance un escarmiento al enemigo.

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    Prisioneros del ejército japonés (Asahi / WC)

    Nankín aún no lo sabía, pero se acababa de firmar su sentencia de muerte. Abandonada a su suerte, con el gobierno huido y la guarnición local en desbandada, la ciudad fue la siguiente en caer. Los japoneses llegaban con ganas de venganza y de aterrorizar a la población para facilitar su control. Los asesinatos comenzaron con la excusa de que los soldados chinos se habían quitado el uniforme y se ocultaban entre la población. Numerosos varones en edad militar o cualquiera con aspecto de haber sido recluta fueron asesinados, decapitados o torturados.

    Pero nadie estaba a salvo. Además, en el caso de las mujeres se impuso la violación como arma de guerra. Embarazadas en avanzado estado de gestación, abuelas y nietas fueron víctimas de un sadismo indescriptible. Sus cuerpos desnudos aparecieron exangües y ultrajados. Macabros trofeos presidían sus genitales desgarrados: bayonetas, botellas, cañas de bambú… “Incluso a los observadores de la Alemania nazi les horrorizó lo que vieron”, asegura el británico John Swift, coautor de 1001 batallas que cambiaron el curso de la historia (Grijalbo).

    “Dejad, los que aquí entráis, toda esperanza”
    Fetos arrancados de los úteros de las gestantes, cadáveres profanados, civiles quemados o enterrados vivos…
    Todas las tragedias tienen sus héroes. Una de las pocas luces en esta noche tan oscura fue la del misionero estadounidense John Gillespie Magee (1884-1953). Además de encabezar una iglesia episcopaliana, el reverendo Magee presidía la delegación local de la Cruz Roja. A riesgo de su propia vida, recorrió la ciudad para tratar de llevar a cuantas personas pudo hasta zonas seguras, si es que tales zonas existían. Presenció escenas terribles, como fetos arrancados de los úteros de las gestantes y cadáveres de mujeres profanados y de cuyas vaginas sobresalían palos.

    Es imposible no recordar en este instante al republicano español Francesc Boix (1920-1951), que sacó de tapadillo miles de fotos del campo de la muerte de Mauthausen, donde estuvo internado. Sus imágenes fueron pruebas de cargo en los juicios de Nuremberg. Además de fotografiar los desastres de la guerra, John Gillespie Magee los grabó con su cámara de 16 mm.Sus fotos y filmaciones pueden verse en el Memorial de las Víctimas de Nankín y en la web de la universidad de Yale. Suyo es también el documental de más arriba, 17 minutos que hielan la sangre.

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    Una de las víctimas del ejército japonés (Memorial de las Víctimas / WC)
    El ángel de Nankín grabó a niños y mujeres supervivientes de mutilaciones. A campesinos que salvaron la vida milagrosamente a cuenta de cicatrices terribles. Y a muchísimos otros no tan afortunados. Niñas de 7 años fueron violadas hasta morir desangradas. A un crío de 14 años le destrozaron la cabeza a culatazos porque no se descubrió ante unos soldados japoneses. Los ametrallamientos masivos sólo se instauraron cuando algunos pelotones de ejecución se cansaron de matar a bayonetazos.

    Las víctimas eran obligadas a cavar su propia fosa. Con suerte las enterraban ya muertas. Hubo hileras de cautivos, atados con alambre de espino, que presenciaron durante horas tales pesadillas hasta que les llegó su turno. Otros muchos cuerpos inertes se quedaron a la intemperie, como un terrible aviso para navegantes. Numerosas obras han explicado estos desastres, la mayoría de autores asiáticos y anglosajones. Por eso tiene tanto mérito que destaque en ese océano bibliográfico un trabajo monumental de investigación del historiador francés Jean-Louis Margolin.

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    Es imperdonable que una extraordinaria obra de referencia como L’armée de l’empereur: violences et crimes du Japon en guerre, 1937-1945 (Armand Colin) no haya sido traducida aún al castellano desde su publicación, en el 2007. El profesor Margolin, uno de los mayores expertos mundiales en la historia contemporánea de Asia, transita por este horror sin regodearse en el tremendismo. Honestidad y rigor no implican en absoluto en su caso una asepsia desapasionada. El ejército del emperador: violencias y crímenes de Japón en guerra, 1937-1945 no deja indiferente.

    Hasta los lectores más informados situarían el inicio de la campaña del Pacífico el 7 de diciembre de 1941, a raíz del bombardeo japonés de Pearl Harbor. En realidad, la campaña de Asia-Pacífico, como sería más correcto denominar este frente de la Segunda Guerra Mundial, se había iniciado cuatro años antes en China. Lo ocurrido en la Unión Soviética y en el área del Asia-Pacífico son claros ejemplos de guerra total, de matanzas industriales, pero ¿por qué la carnicería de Nankín no es tan conocida como la de otros episodios europeos?

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    En todas partes había cadáveres (Yale University)
    El Holocausto y la hiperbólica y omnipresente maldad nazi han dejado hasta hace poco en un indeseado segundo plano otras hecatombes. El debate sobre Nankín es relativamente reciente. Una de las primeras voces contra este olvido fue la de Iris Chang, autora de la conmovedora La violación de Nanking (Capitán Swing). El holocausto olvidado de la Segunda Guerra Mundial es el revelador subtítulo de la obra de esta escritora y periodista estadounidense, prematuramente fallecida en el 2004, a los 36 años.

    Las víctimas mortales en las siete primeras semanas se contaron por centenares de millares. Más tarde, las matanzas se atenuaron un poco, aunque nunca se interrumpieron del todo y prosiguieron en los meses siguientes. “En las primeras seis o siete semanas, miles de mujeres fueron violadas, más de 100.000 personas asesinadas e innumerables propiedades robadas o quemadas”, concluyó el Tribunal Militar Internacional para Extremo Oriente, el equivalente japonés al tribunal de Nuremberg, que ejecutó a criminales como el general Matsui y se abstuvo de juzgar a otros.

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    John Magee, sentado, en el centro, y algunos supervivientes (Yale University)
    El Gobierno de China ha elevado en la actualidad la cifra de muertes a 300.000. Nunca sabremos el número definitivo. Según Jean-Louis Margolin, sólo entre el 12 y el 18 de diciembre fueron asesinados entre 30.000 y 60.000 soldados que no pudieron huir, “lo que equivale a un Srebrenica diario”. A ellos hay que unir las muertes de innumerables desgraciados que cometieron el delito de cruzarse en el camino de los japoneses. La sensación de impunidad era aplastante. Y las órdenes, claras: no hacer prisioneros.

    Y luego están las agresiones sexuales y la prostitución forzada de millares de niñas y mujeres. Los occidentales que estaban en la ciudad presenciaron “crímenes sexuales de una intensidad sin precedentes”. Una de las personas que hizo estas denuncias fue el alemán John Heinrich Detlev Rabe, representante en China de la empresa Siemens y, como Oskar Schindler, miembro del Partido Nacionalsocialista. A pesar de su carnet nazi, Rabe impulsó un área de seguridad y salvó a centenares y centenares de personas.

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    Rabe, tercero por la izquierda, con otros occidentales de Nankín (Yale University)
    Rabe, que a su llegada a Berlín en 1938 tuvo problemas con la Gestapo, refugió en el jardín de su mansión a más de 600 supervivientes de la invasión. Su ejemplo demuestra que las crueldades más arbitrarias convivieron con insólitos ejemplos de coraje y altruismo. Su testimonio y el del ya citado John Gillespie Magee revelan el lado oculto de las estadísticas. Entre el 10 y el 30% de las mujeres de Nankín fueron violadas, la mayoría más de una vez. Pero no es lo mismo decir eso, como dicen muchos libros de historia, que dar la palabra a testigos como ellos.

    El alemán vio a mujeres a quienes les cortaron los senos antes o después de ser violadas. Muchas agresiones sexuales se cometieron ante las familias horrorizadas de las víctimas. El estadounidense conoció casos de niñas de siete años o mujeres de 76 víctimas de depredadores sexuales, que solían actuar en grupo. Eso por no hablar de las denominadas mujeres de consuelo . Legiones de chinas, coreanas, filipinas y ciudadanas de otros países invadidos fueron reducidas a la esclavitud sexual más salvaje, como han reconocido hasta los propios japoneses.

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    El criminal de guerra Iwane Matsui, en Shanghai (Domei News / WC)
    Tadakoro Kozo, de la 114 División que arrasó Nankín, ha explicado que hileras de 20 o 30 soldados, desnudos de cintura para abajo, esperaban su turno ante las míseras cabañas de los cuarteles donde decenas de mujeres eran tratadas como una ranura, como un agujero. No contentos con estas sevicias, algunos de aquellos militares participaron en competiciones deportivas para ver quién cortaba más cabezas, como guerreros medievales. Sólo alguien capaz de deshumanizar al otro, de verlo como una cosa, puede hacer algo así.

    Primo Levi, superviviente de los campos de la muerte nazis, lo explica en Si esto es un hombre (Austral). Cuando liberaron Auschwitz, en un barracón aparecieron millones de cucharas y de tenedores. ¿Por qué entonces los presos tenían que comer con las manos? “Porque de esta manera nos arrebataban nuestra humanidad y nos veían como animales, no como semejantes”, dice Levi. Esta es la única explicación para tratar de entender a los verdugos de Nankín, hombres normales que sobrevivieron a la guerra y no enloquecieron de vergüenza ni de remordimientos.

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