China y los túneles de la “Gran Muralla Subterránea”

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Aunque la Gran Muralla es una de las más impresionantes proezas defensivas de China, el gigante asiático esconde bajo su superficie una inmensa y moderna red de estructuras con un potencial militar a la altura de un conflicto nuclear. Me refiero a la conocida como “Gran Muralla Subterránea” (地下长城), un entramado cuyo núcleo se encuentra en la provincia de Hebei y que, según medios oficiales de China, se extendería por más de 5000 kilómetros, algunos de ellos cavados a  una profundidad de 1000 metros.

Aunque la última fase de construcción y expansión de la red de túneles comenzó en el año 1995, este es un proyecto en el que el gobierno chino ha invertido ingentes cantidades de recursos desde la década de los 60, cuando el Partido Comunista de China decidió tomar medidas frente a la posibilidad de una guerra nuclear.

La situación de desventaja frente al arsenal nuclear de los Estados Unidos y la Unión Soviética motivó la búsqueda de nuevos métodos de defensa por parte de los líderes militares de China, quienes tuvieron que ingeniarse una forma de disuadir los intereses expansionistas de tamañas potencias. Es decir, China debía encontrar una forma de garantizar su capacidad de contraataque, objetivo cuanto menos complicado cuando tanto los americanos como los rusos contaban con tecnología espacial capaz de detectar las bases de misiles instaladas sobre la geografía china.

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Fue así como surgió la idea de cavar túneles profundos, los cuales no solo servirían para proteger a la población y las fuerzas armadas, sino también para almacenar misiles de diverso alcance y proceder a su transporte y lanzamiento desde localizaciones ocultas.

Desde luego, la imagen de esta enorme red de túneles repletos de misiles y cabezas nucleares se antoja difícil de creer, pero lo cierto es que la Televisión Central de China mostró parte de dichas instalaciones en uno de los episodios de una reciente serie sobre las fuerzas armadas del país (vídeo inferior a partir del minuto 19:50).

Tras la construcción de los túneles se encontraría el Segundo Cuerpo de Artillería del Ejército Popular de Liberación, cuyo envío de técnicos en radiación a la zona cero del terremoto de Sichuan (2008) llamó la atención de expertos en la materia como Philip A. Karber, profesor de la Georgetown University y antiguo líder de un equipo de investigación creado por Henry Kissinger.

Hasta ahora, las estimaciones sobre el arsenal nuclear chino se situaban entre 80 y 400 ojivas, cifra muy inferior a las 5000 de Estados Unidos y las 8000 de Rusia, aunque, según Karber, la red de túneles del Segundo Cuerpo de Artillería podría ocultar hasta 3000 cabezas nucleares, cantidad que pondría en entredicho la supuesta estrategia de “disuasión mínima” del ejército chino.

Al igual que ocurre con Rusia y los Estados Unidos, es muy difícil determinar con exactitud la escala del armamento nuclear chino, y es muy posible que la reconocida presencia de estos túneles complique todavía más las estimaciones, pero buena parte de los expertos consideran excesivos los cálculos de Karber, y coinciden en que estas estructuras subterráneas no sirven al objetivo de atacar primero, sino al de garantizar una capacidad de respuesta lo suficientemente seria como para desanimar a cualquier enemigo.

Sin embargo, también hay quienes temen que el fortalecimiento nuclear de China suponga una amenaza para algunos de sus países vecinos, quienes podrían desarrollar iniciativas que no hagan sino aumentar el nivel de tensión en una región con cada vez más disputas pendientes.

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