Hace unas pocas horas hemos recibido una llamada de mi suegra que ha sacudido la relativa “paz” familiar que estábamos disfrutando desde nuestro regreso a China. Resulta que unos amigos le han dicho que su casa, en la que solemos vivir Lele y yo durante las vacaciones de invierno y verano, podría ser expropiada por el gobierno y destruida con el fin de ampliar una de las calles del pueblo. Y aunque mi suegra es una mujer de lo más estoica, esta vez la hemos notado muy preocupada, y con razón, porque de momento no tiene ni idea de las consecuencias que puede tener esta noticia.
Como muchos sabréis, en China prácticamente todas las viviendas están construidas en terrenos que son de propiedad estatal o colectiva. Ahora bien, cada uno de esos dos tipo de propiedad acarrea una serie de condiciones legales que conviene tener en cuenta ante situaciones como esta.
En el caso de las torres de apartamentos que se están construyendo por todo el país, generalmente se trata de viviendas construidas sobre suelo de propiedad estatal. Las personas que han comprado esos apartamentos cuentan con un título de propiedad del inmueble y un permiso de usufructo de los terrenos en los que se erige el edificio. El permiso de usufructo tiene un límite de “solo” 70 años y se supone que una vez vencido el plazo, los propietarios del los inmuebles tienen el derecho de extenderlo. Pero nadie sabe muy bien cómo, porque todavía quedan unas cuantas décadas hasta que eso ocurra y no está nada claro que muchas viviendas vayan a aguantar tanto tiempo en pie.
No obstante, en principio, estas viviendas estarían legalmente protegidas ante la posibilidad de una futura expropiación, mientras que su mayor número de familias por cada metro cuadrado de terreno construido hace que tengan más fuerza a la hora de negociar con el gobierno.
Por otra parte, los bloques de apartamentos de pocas plantas y las casas que vemos en las zonas rurales suelen estar en terrenos de propiedad colectiva. En este caso la ventaja consiste en que no hay un límite de tiempo para el usufructo de las tierras sobre las que se construyó la vivienda. Es decir, en principio esas viviendas pueden dejarse en herencia a los hijos sin miedo de que el Estado se presente a aguar la fiesta.
Ahora bien, dentro de esta categoría hay viviendas que son de propiedad privada y otras que son de propiedad colectiva. La casa de la madre de Lele corresponde al primer tipo. Es decir, ella es la propietaria de la vivienda y goza del usufructo temporalmente ilimitado (no la propiedad) del terreno en el que se encuentra. Pero la desventaja de estas viviendas consiste en que solo pueden venderse a los miembros del mismo colectivo (misma unidad administrativa o “barrio”). Además, los posibles compradores pueden tener dificultades a la hora de acceder a un préstamo bancario.
Dicho de otro modo, estas viviendas no responden a las mismas reglas del mercado que rigen la compraventa de viviendas urbanas, por lo que pueden cotizar de forma muy diferente. Y aunque aquí también se lleva mucho aquello del “hecha la ley, hecha la trampa”, resulta más complicado especular con el precio y pegar un pelotazo inmobiliario. Esta es una de las razones por las que me parece arriesgado comparar la burbuja inmobiliaria de China con la de España o los Estados Unidos, pero esa es otra historia.
En cuanto a la expropiación de este tipo de viviendas, se podría decir que son algo más problemáticas, sobre todo cuando se trata de campesinos que todavía viven de la tierra o dependen de ella parcialmente. Si dicha expropiación se hace con el motivo de construir un bloque de viviendas, lo normal es que a los propietarios de la vivienda a expropiar se les ofrezca un apartamento en dicho bloque, aunque eso signifique decir adiós a sus actividades agrícolas y/o ganaderas. Pero también puede ocurrir que la expropiación responda a otro tipo de proyectos que no tienen que ver con la construcción de nuevas viviendas, en cuyo caso se suele ofrecer una compensación en forma de dinero.
Obviamente, las familias en esta situación puede jugar en desventaja a la hora de negociar con las autoridades, sobre cuando solo hay una o unas pocas viviendas afectadas, pero ahí están los conocidos casos de las “casas clavo” (ver foto superior) que resisten hasta límites difíciles de creer en un país con semejante fama de autoritario. No en vano, en estos casos no es raro emplear la estrategia de protestar o montar dramas públicos con el fin de atraer la atención de los medios, lo cual funciona mucho mejor de lo que pensaríamos en un principio, porque en estos niveles del poder político existen muchas rivalidades y siempre hay alguien dispuesto a dar eco a ciertos escándalos con el fin de desgastar la imagen del alcalde.
Además, tampoco hay que olvidar la posibilidad de que quien ordene la expropiación sea un pariente generoso o un buen amigo de la familia, en cuyo caso la noticia suele ir acompañada de celebraciones, aunque me temo que no es nuestro caso.
No obstante, quienes peor lo llevan son los que tienen tanto la casa como los terrenos en propiedad colectiva. En esos casos tampoco existe un límite de tiempo para el usufructo y la cantidad a pagar por las tierras y la casa suele ser bastante menor, pero esto prácticamente imposibilita su venta, porque estamos hablando de una especie de “vivienda social” que básicamente se presta a las familias rurales con el fin de facilitar su subsistencia. En cualquier caso, el hecho de haber pagado menos por su hogar hace que les resulte todavía más difícil salir ganando ante un escenario de expropiación, a no ser que se cuente con amiguetes importantes en el gobierno local, claro está.
Por supuesto, yo espero que mi suegra reciba una compensación acorde al valor que tiene la casa dentro de su particular mercado. Pero otro de los rumores que circulan en estos momentos por el pueblo es que el ayuntamiento no tiene dinero suficiente para hacer frente a los costes que acarrea este proyecto, entre ellos el de las compensaciones por expropiación. Así pues, no os extrañéis si dentro de un tiempo os cuento que nos hemos atrincherado en la casa de Dangyang.
Por cierto, estas últimas semanas estamos de obras en el blog, pero no os preocupéis porque pronto lo veréis con una nueva fachada y lleno de novedades.
¡Saludos y nos vemos en la próxima entrada de Historias de China!



Pues que os sea leve majos, espero que todo se resuelva favorablemente. Un abrazo desde Shanghai
Hola Javier,
Lo primero felicitarte por el blog, te llevo leyendo muchísimo tiempo y me parece de los mejores blog en español sobre China, sino el mejor. Te quería preguntar si puedo contactar contigo a través de correo electrónico, ya que estoy pensando a abrir un negocio en Wuhan y sería genial poder preguntarte algunas cosas al respecto :).
Muchas gracias!!
Diego Roncero
Hola Javier quería consultarte, como hace tiempo que estás en china si ya tenes DNI (documentos de identidad) chino, cuéntame de eso.. soy Argentina y estoy casada actualmente con un chino y tenemos pensado ir a vivir a china el mes próximo.. quería saber eso y si tenes se demoró el trámite o gobierno en dártelo . PD:siempre veo tus videos en YouTube. Gracias
Hola Javi y Lele,
Siento la circunstancia de la madre de Lele. Espero que se resuelva de la mejor manera.
Sin embargo, el disgusto ya se lo ha llevado.
Gracias por compartir estas vicisitudes.
Un Saludo.