Jin Xing: el fascinante viaje al estrellato de la bailarina china que nació varón

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En los últimos años, China parece estar dando pasos hacia una concepción del género y la sexualidad algo más flexible que lo dictado por la tradición y el ala conservadora del PCCh. Y una muestra de ello podría ser el caso de Jin Xing, una célebre bailarina, coreógrafa, actriz, comediante y presentadora nacida en Liaoning a comienzos de la Revolución Cultural (1967-1976), también conocida como la primera ciudadana china en pasar por una operación de cambio de sexo, en el año 1996.

Los que hayáis visto la película El último bailarín de Mao (2009), os podéis hacer una idea del contexto social y político en el que creció Jin Xing, aunque, en mi opinión, la historia de esta última resulta mucho más interesante que la de Li Cunxin, personaje principal del film de producción sino-australiana.

De hecho, la particular hazaña de Li Cunxin apenas destaca por las tensiones diplomáticas y el triste desenlace que motivó su matrimonio con una estadounidense y su deseo de quedarse en América, mientras que Jin Xing decidió regresar a China y luchar allí por su derecho al cambio de sexo cuando hubiese sido mucho más sencillo pasar por el proceso en Estados Unidos o en Europa, donde ya era reconocida por su valor artístico.

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No en vano, para el año 1987, momento en que viajó por primera vez a Nueva York, Jin Xing acumulaba más de 16 años en la academia de baile del Ejército Popular de Liberación, por la que obtuvo tanto un premio nacional de danza como el rango de coronel, y en la que ingresó con tan solo 9 años, la edad más temprana registrada hasta la fecha.

Pero aunque su decisión no resultó precisamente fácil de digerir para el ejército, tan pronto como se recuperó de la cirugía y de la parálisis temporal que le ocasionó en una pierna, Jin Xing estableció el primer grupo de danza moderna de Pekín, y en el año 2000 abrió la primera academia de danza independiente de Shanghai (año 2000), donde volvió a brillar por su talento como bailarina y como coreógrafa, con provocativas reinterpretaciones de obras clásicas chinas y originales creaciones en colaboración con músicos de talla internacional.

Con el fin de garantizar la viabilidad económica de su academia, además de dedicarse al baile, Jin Xing comenzó a cantar en una banda de jazz, actuó en diversas películas e incluso participó como jurado en programas de televisión basados en la caza de talentos, cosechando un gran aprecio y popularidad a prueba de los puntuales desplantes y críticas que sigue sufriendo por parte de los medios y agentes políticos más conservadores.

Y es que, aparte de una profesional como la copa de un pino, Jin Xing es una persona con un carisma, un sentido del humor y un don de la palabra poco usuales dentro del estrellato chino, que sigue sujeto a una estricta censura tanto en sus interpretaciones como a la hora de hacer pública su opinión sobre cuestiones sociales y políticas.

Por eso, no es de extrañar que en enero de 2015 lanzase el Jin Xing Show, una especie de late show de la televisión de Shanghai que la está llevando a convertirse en el Buenafuente de China, gracias a celebradísimos monólogos que ya superan los 18 millones de visitas en el canal de vídeos Sohu.

Uno de los aspectos que más destaca en su estilo personal es la capacidad para parodiar cuestiones importantes y delicadas para la identidad china desde diversos enfoques: el de las minorías en China (su padre emigró a China desde Corea del Norte y su madre desde Corea del sur); el de los órganos e instituciones más duras del Estado; el de las generaciones que vivieron el cambio económico y político de los 80; el de que quienes salieron a probar suerte al extranjero y, por supuesto, el de una persona nacida hombre y transformada no solo en mujer, sino también en madre de 3 hijos adoptivos y mujer de un ciudadano alemán.

A lo largo de su  meteórico ascenso a la fama, la experiencia y la perspectiva de Jin Xing han atraído el interés de periodistas, comunicadores e investigadores de todo el mundo, lo que la ha llevado a participar en entrevistas y documentales más que recomendables para cualquier interesado en las relaciones de género dentro del gigante asiático.

Dentro de estos testimonios, todos ellos llenos de una humanidad y un humor envidiables, Jin Xing relata interesantes experiencias, como su fantasía infantil de que un rayo la pudiese transformar en mujer, o la determinación con la que decidió hacer frente a los rumores y prejuicios sobre su sexualidad a través de la más intachable entrega profesional.

Sin embargo, como sociólogo, una de las cuestiones que más me llama la atención dentro de su discurso es la tesis de que China contaba con un concepto y praxis de la vida sexual más flexible antes de que las reformas y la apertura de los años 80, cuando la llegada de términos occidentales como “gay” o “lesbiana” motivaron una tendencia a etiquetar y denunciar relaciones que, si bien incompatibles con el matrimonio tradicional, eran aceptadas con normalidad en diversos contextos, incluido el militar.

En resumen, una persona a la que merece seguir de cerca y que podría convertirse en toda una personalidad y un inesperado representante del gigante asiático, a menos que caiga en la suerte de que quienes no encajan en el caprichoso gusto de los censores.

3 comentarios en “Jin Xing: el fascinante viaje al estrellato de la bailarina china que nació varón”

    1. Perdona la tardanza en responder, estamos de transiberiano y a veces cuesta conectarse. Eso sí, entre los vídeos que hemos descargado para pasar el rato durante el camino, tenemos unos cuantos programas de Jin Xing, a la que mi mujer está totalmente enganchada (a mí me cuesta más entender lo que dice y pillarle la gracia).

      Por lo de Menéame, supongo que es un tema y un personaje lejano para muchos usuarios, pero si sigue así se convertirá en todo un icono entre las celebridades de China, no solo por la gracia que tiene, sino también por el modo tan constructivo en el que hace humor.

      A mí me gusta mucho cómo cuenta sus anécdotas en el extranjero, porque juega mucho con la imagen que los extranjeros tienen de los chinos y viceversa, y siempre deja alguna moraleja interesante para tratar de eludir malentendidos inter-culturales. Además tiene muy buena mano izquierda para hacer que los chinos se fijen y reflexionen sobre algunas de sus formas de conducta más problemáticas a ojos de sus vecinos y de los occidentales.

      Como siempre, gracias por tu comentario y mi mejor saludo desde Ekaterimburgo.

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