La receta confuciana del gobierno chino: ¿un freno a la sociedad civil?

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A estas alturas no es ningún misterio que China, o más bien su gobierno, vive una debacle ideológica.

Puede que la estrategia desarrollista de Deng Xiaoping acercase a los chinos su viejo sueño de prosperidad, pero también los ha expuesto a las ideas de los agentes extranjeros que invirtieron en China y contribuyeron a arrancar su motor de desarrollo económico.

El objetivo de desarrollar la economía del país y mejorar el nivel de vida de la población ofrece dos beneficios cruciales para el Partido Comunista de China: mantener su legitimidad “técnica” como garante del bienestar y la armonía social, y salvaguardar el auge de China en el marco geopolítico.

Sin embargo, el desigual reparto de la riqueza y la oleada de escándalos de corrupción cosechados en las dos últimas décadas han contribuido a generar una mayor sensibilización de la sociedad hacia la justicia y la igualdad, valores sacrosantos en el ideario marxista-leninista que se imparte en la educación pública.

No obstante, la creciente demanda de leyes capaces de proteger a los ciudadanos es interpretada por la mentalidad tecnocrática del gobierno como una especie de “inversión innecesaria” que ralentizaría el crecimiento económico y que podría suponer el germen de futuras leyes dirigidas a limitar el poder del partido.

Por eso, en lugar de enfocar ese ansia de justicia como un producto local, los voceros ideológicos prefieren aprovechar la vena nacionalista y vender el fenómeno como fruto de la influencia occidental. Y tras varios refritos propagandísticos, y alguna que otra acrobacia teórica, la demanda popular es presentada junto con retorcidos intereses imperialistas y un nefasto individualismo (más bien simple egoísmo) llegado de allende los mares.

“Si utilizas al enemigo para derrotar al enemigo, serás poderoso en cualquier lugar a donde vayas”, decía Sun Tzu en su célebre El arte de la guerra.

No obstante, aunque la retórica nacionalista y anti-extranjera surta efecto en parte de la sociedad, no resulta eficaz frente aquellas clases y agentes más sensibles a las sangrantes contradicciones de la realidad social. Es decir, el PCCh necesita ofrecer otra solución ideológica para aquellos que se empeñan en señalar los coches japoneses de los cargos del partido, y quienes no se olvidan de que todavía hay que pagar para ser atendido en el hospital.

Así pues, a sabiendas de que cada vez menos gente cree en la construcción del socialismo, y sin olvidar que Carlos Marx era alemán, lo más lógico para el sector tradicionalista y “anti-sociedad civil” de la élite política es que la nueva receta ideológica se alimente de fuentes del pensamiento autóctono. Sí, esas mismas a las que se enfrentó Mao Zedong, el gran salvador de la nación, con tal de modernizar el país.

Ahora bien, de entre las tres corrientes destacas, el budismo es considerado una religión proveniente de la India (oponente geopolítico), y tanto este como el taoísmo poseen un núcleo filosófico más que compatible con el concepto de individuo, lo que nos dejaría con el confucianismo como candidato ideal para aplicar un buen brochazo de patriarcalismo, lealtad a la autoridad, y familismo justo donde más se necesita.

Y de ahí que en los medios estatales vengan publicándose artículos como el de la tirada de hoy del Diario del Pueblo, titulado “El confucianismo y el cambio de orden en la cultura mundial”, que está firmado por Roger T. Ames, Profesor de Filosofía de la Universidad de Hawái.

En este artículo traducido por su colega Tian Chenshan, Ames plantea el fin de un una cultura global dominada por el liberalismo, y desde la jurisprudencia estadounidense, propone al público chino que “no se puede tener nostalgia del individualismo”, y que deberían pasar a un concepto de la persona basado en “los roles éticos del confucianismo”.

Según Ames, el individualismo nos invita a pensarnos en términos absolutos, obviando nuestra relación con otras personas, problema que no afectaría al confucianismo, debido a su orientación hacia la familia y hacia los demás miembros de la sociedad.

Sin embargo, Ames pasa completamente por alto todo el entramado de obligaciones y derechos que hace posible el concepto y la praxis del individuo en los países modernos, y su escrito nos deja con la muy dudosa esperanza de que un retorno a los valores confucianos bastará para fortalecer el frágil civismo de la sociedad china y curar el ridículo despotismo de sus nuevos ricos.

El resultado: un batiburrillo en el que se mezcla liberalismo social con liberalismo económico, darwinismo social con individualismo, y donde se pasa de puntillas sobre el verdadero quid de la cuestión: el despertar de la sociedad civil.

Pero lo sepa o no, lo cierto es que las palabras del Profesor Ames han levantado toda una ola de comentarios críticos entre los internautas, y aunque es posible que algunos de ellos hayan sido censurados, muchos de ellos reflejan bastante bien el desacuerdo de una parte de la población respecto de su propuesta.

He aquí algunos ejemplos con sus respectivas traducciones:

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En solo 200 años, Occidente ha conseguido semejante éxito. Después de miles de años de confucianismo en Oriente, hemos llegado a este nivel. ¿Cuál es mejor? ¿Acaso no es obvio?

Si el pueblo es tonto, será muy leal. Si los soldados son tontos, serán muy valientes.

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Ah, paisanos chinos, ¿cuándo llegará el momento en que os volváis lúcidos? No se puede negar que, efectivamente, la escuela de pensamiento de Confucio ha tenido una tremenda influencia en la sociedad china, pero hablando objetivamente, el confucianismo también ha limitado su progreso. Los tres principios y las cinco virtudes del confucianismo y su concepto de jerarquía han hecho que, generación tras generación, los chinos rindan culto al poder, sean conformistas, continúen por el mismo camino con miras estrechas, y sean muy serviles. Todo ello ha resultado en un lento progreso para China. Con ello no quiero menospreciar al confucianismo. El confucianismo en sí mismo no es correcto o incorrecto, es simplemente una doctrina. El problema es que el confucianismo atiende a las necesidades de dominación del emperador, y se usó como forma de dominación, para ejecutar una estricta dictadura ideológica.

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Otra vez sacando al confucianismo, es como conducir el coche marcha atrás. ¿Individualismo occidental? Disparates. Es la sociedad civil moderna preocupándose de las leyes igualitarias.

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¿La persona que ha escrito este artículo quiere lavar el cerebro a la gente? ¿Usando el confucianismo feudal?

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En este periodo en el que solo nos fijamos en la superficie y no en los problemas de fondo, en esta atmósfera de corrupción floreciente, los jodidos todavía se lían con estas inutilidades. Hehe.

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El Diario del Pueblo… ¿A qué pueblo representa?

¡La casa de venenos del confucianismo ha envenenado a China durante miles de años!

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¡El pensamiento confuciano es el favorito de los señores feudales!

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Querida China, tras 5000 años de acumulación cultural, y 53 años de abandono y herencia, ahora es el momento en que el gigante oriental puede decir ¡no!, y hacerse oír. Tú reúnes la más numerosa, amplia y grande población y prosperidad del mundo. Contra viento y marea, caminas sin que nada te afecte. ¡La paz y el desarrollo son tu voz ardiente! No seas humilde ni arrogante, no seas impaciente ni miedosa, usa una mente abierta, profunda, en calma y magnánime, ¡avanza a zancadas en los albores del nuevo siglo! La nueva generación de líderes chinos continúa con el pasado, se abre al futuro, y guía a la nación china a una nueva gloria.

Respuesta: ¿Estás bien? Tómate la medicina.

Respuesta: Lo que ese come es mierda, ¿vale?

Respuesta: Que le jodan al del primer comentario.

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Si esto viniera de boca de otros, podría creerme una parte, pero si viene de la boca de perro del Diario del Pueblo, ¡nunca lo creeré! Décadas atrás decían que el confucianismo era los restos venenosos del feudalismo. Ahora dicen que es un tesoro nacional. Joder, no tienen vergüenza.

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¿A qué se debe tanto respeto al confucianismo? Si entiendes el pensamiento de Confucio, deberías saberlo.

Respuesta: “El gobernante guía al súbdito, el padre guía al hijo, el marido guía a la mujer”.

El confucianismo es como una olla, puedes poner lo que quieras dentro. Cuando quieras hacer uso de él, elige lo que te apetezca comer. Si no te apetece comer también puedes tirarlo…

¿Un pequeño periódico vendido puede detener las corrientes de la historia?

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