Los miembros del Partido Comunista de China ya se acercan a los 88 millones, una cifra que supera a la población de Alemania y que sigue creciendo con cada vez más universitarios entre sus filas.
Parte de este crecimiento se debe al control que el partido viene ejerciendo en las universidades del país desde las revueltas estudiantiles de 1989, que no solo se produjeron en Pekín, sino en muchas otros campus a lo largo y ancho del país.
No obstante, lo cierto es que la práctica totalidad de los nuevos universitarios que se hacen miembros del partido ya pertenecían a sus organizaciones desde el instituto o la escuela primaria, etapas en las que el PCCh sigue estando muy presente.
En cuanto al propio proceso de convertirse en miembro del partido, lo cierto es que resulta una cuestión complicada de investigar, ya que los extranjeros tenemos prohibida la membresía y, por norma general, no se nos permite presenciar o participar en sus reuniones. Obviamente, siempre cabe la opción de preguntar a amigos o conocidos que ya estén dentro, pero a esta posibilidad hay que sumar una segunda dificultad, y es que, pese al aura de misterio y secretismo del asunto, la mayoría de mis informantes pasaron por el proceso como si de otro anodino trámite burocrático se tratase y más de la mitad de ellos ni se acordaban de sus diferentes pasos.
Como era de esperar, entre estos jóvenes hay una parte de militantes convencidos que podrían acabar desarrollando una carrera política. Sin embargo, mi opinión como investigador de los procesos de formación en China es que la mayoría de los universitarios se hacen miembros para facilitar su empleabilidad en las empresas estatales, en la administración pública y en el gobierno, que sigue ofreciendo los puestos mejor reputados desde muchos siglos antes de la creación del PCCh.
Fuera como fuese, y como ya había mencionado, la marcha para convertirse en un miembro del Partido comienza en la escuela primaria, con la admisión en el Cuerpo de Jóvenes Pioneros de China, organización de masas a la que se accede por un sistema meritocrático que prioriza el ingreso de los mejores expedientes.
No obstante, dado que el proceso de selección de nuevos miembros se repite cada año, el resultado es que la gran mayoría de los estudiantes de primaria acaban siendo aceptados en la organización antes de pasar a la enseñanza secundaria.
A partir de los 14 años, y hasta los 27, los Jóvenes Pioneros de China pueden solicitar el ingreso en la Liga de la Juventud Comunista de China a través de la entrega de una carta al tutor de la clase. Y aunque dicha carta carece de un formato estandarizado, existe cierto consenso sobre su estructura, estilo y contenido, en el que se incluyen aspectos como los siguientes:
1. Punto de vista del solicitante sobre la organización
2. Motivación principal para convertirse en miembro
3. Formación, aptitudes y experiencia personal (con su justa medida de autocrítica)
4. Objetivos de cara al futuro
5. Antecedentes y situación familiar, indicando la profesión y participación de sus miembros en cualquier organización, incluido el Partido Comunista de China.
Una vez redactada y enviada la carta-solicitud, cuyos modelos son fácilmente accesibles en buscadores chinos como Baidu, los solicitantes pasan por un proceso de selección en el que, nuevamente, se toma muy en cuenta el rendimiento escolar o académico, de modo que las primeras plazas disponibles son asignadas solo a los estudiantes excelentes.
Tal y como ocurría en la escuela primaria, el acceso a esta nueva “filial” del partido se repite cada año, de modo que la mayoría de los estudiantes de secundaria acaban ingresando para cuando logran acceder a los estudios superiores, aunque los primeros en entrar cuentan con cierta ventaja a la hora de competir por posibles cargos en la organización.
Tras superar los 18 años de edad, los estudiantes universitarios miembros de la Liga de Juventudes Comunistas son informados por sus tutores sobre la cantidad de plazas disponibles para miembros del Partido en ese año. El proceso de selección se inicia con una nueva carta-solicitud remitida al tutor o tutora de clase, la cual es redactada siguiendo un modelo más o menos similar al de la Liga de Juventudes Comunistas.
El contenido principal de esta carta está dividido en tres partes principales que incluyen:
1. Perspectiva y conocimientos sobre el Partido Comunista Chino y motivos por los que solicita la membresía.
2. Curriculum vitae o trayectoria formativa-profesional, indicando la situación de los familiares más cercanos, e informando de cualquier antecedente delictivo o irregularidades en la conducta de cualquiera de los miembros.
3. Aptitudes y defectos del solicitante, medidas que está dispuesto a tomar para superar dichos defectos y sus objetivos de futuro.
Una vez remitida la carta, los solicitantes toman parte en los cursos de la llamada “Escuela del Partido” (Dangxiao 党校) cuya duración puede variar desde unas pocas semanas hasta meses, dependiendo del centro en el que se celebren.
En cuanto a los propios cursos, constituyen un proceso de formación que mis informantes caracterizaron mediante adjetivos como “pesado”, “monótono”, o “aburrido”, y en cuyo transcurso muchos de los presentes apenas atienden a lo que sus líderes explican desde los estrados de las aulas, abarrotadas con hasta cientos de aspirantes.
De hecho, dado que dichas sesiones no están abiertas a la discusión, lo normal es que buena parte de los estudiantes pasen el rato leyendo las noticias, navegando por Internet o chateando con sus amigos a través de su móvil, igual que ocurre en las clases menos interesantes de los campus.
Al fin y al cabo, no hay que olvidar que para ellos se trata del mismo sermón que vienen escuchando durante años, no solo en los cursos especiales para obtener la membresía, sino también en las clases de moral, pensamiento y política que forman parte de las asignaturas obligatorias desde primaria.
Al completar los cursos, los candidatos pasan por una especie de examen en el que deben demostrar lo aprendido e indicar los aspectos que más los han influido en su interés por ser aceptados.
El examen incluye contenidos de diferentes manuales del Partido Comunista de China utilizados durante los cursos (sobre política, historia, desarrollo, etc.), aunque ello no implica que los aspirantes tengan que estudiarlos seriamente, pues, en el caso de mis informantes, se les permitió hacer uso de los libros o acceder a Internet a través de sus móviles para poder contestar a las preguntas.
Una vez pasada la prueba del examen, que aprueba prácticamente la totalidad de los candidatos, se procede a rellenar una solicitud formal para formar parte del Partido. De nuevo, se trata de un escrito de estructura y contenido muy similar a la esperada en las ocasiones previas, en el que debe reflejarse la trayectoria familiar y personal del candidato, y mostrar un claro y firme compromiso por los objetivos del Partido Comunista China.
Tras un periodo de deliberación, que puede extenderse por un par de semanas, los aspirantes seleccionados como candidatos a miembros son invitados a una reunión. En dicho encuentro, y ante un comité de miembros del partido que cursan la misma carrera, cada candidato lee el contenido de su carta-solicitud, que cumpliría las funciones de una especie de “declaración de intenciones”.
Después de completar la lectura, los miembros del partido que se hallen presentes, buena parte de los cuales son de la misma edad o incluso más jóvenes que los candidatos, votan a mano alzada para decidir cuales pasan a ser miembros y cuáles no.
Los aspirantes cuya solicitud sea aprobada pasarán a ser considerados como miembros provisionales durante un año, a lo largo del cual deberán enviar un informe trimestral donde se indiquen los progresos realizados a título personal, académico y profesional.
Al final de esta etapa, los miembros provisionales escriben un informe anual que, nuevamente, es leído frente al joven comité de miembros del partido, quienes vuelven a efectuar una votación a mano alzada, aunque esta vez se realiza a puerta cerrada, mientras los aspirantes esperan en el exterior de la sala.
Finalizada la votación, los miembros provisionales vuelven a entrar para ser informados del resultado, que, por lo general, se inclina por la aprobación de todas las solicitudes.
Como sello final al largo proceso de conversión, los aspirantes atraviesan una especie de ritual de paso consistente en la jura de los principios del partido, que se realiza en grupo, en presencia de su bandera y repitiendo las palabras del miembro de mayor rango dentro de la rama de estudios:
“Afirmo mi voluntad de unirme al Partido Comunista de China; apoyar el programa del Partido y acatar la Constitución del Partido; cumplir con las obligaciones de los miembros del partido y las decisiones del partido; observar estrictamente la disciplina del Partido; conservar los secretos del Partido; ser leal al Partido; trabajar activamente; luchar permanentemente por el comunismo; estar dispuesto a sacrificarlo todo para el Partido y por el Pueblo; nunca traicionar al Partido”.
Este ritual es similar a los que acompañan el ingreso a las organizaciones infantiles y juveniles, aunque esta vez por fin viene acompañada de un cambio de estatus social y político notable que, entre otras cosas, permitirá a algunos ocupar su primer cargo en las asociaciones estudiantiles del campus.
Si tenemos en cuenta las sucesivas “repescas” del proceso, obtenemos que más del 40% de los estudiantes universitarios acaban convirtiéndose en miembros del Partido Comunista Chino (según estadísticas oficiales), quienes a cambio de unos pocos yuanes al mes pueden seguir siendo parte de la mayor y más importante organización política del país y una de las más relevantes del mundo.



Muy buen artículo. Choca mucho la exigencia formativa y selectiva con la práctica española, donde solo hace falta afiliarse al partído por voluntad propia y tener un buen padrino para ascender rápidamente.