Si preguntásemos a los chinos aficionados a la historia cuál fue el episodio bélico más épico del Ejército Rojo, es muy propable que muchos de ellos se decantasen por la batalla del puente de Luding. Y razones no les faltan. Este fue uno de los momentos más decisivos para el germen de lo que más tarde se convertiría en las fuerzas armadas más grandes del mundo, el Ejército Popular de Liberación. Aunque en aquellos momentos se encontraba huyendo de las fuerzas de la República de China en lo que se conocería como la Larga Marcha.
Como toda gran historia de guerra que se precie, la batalla del puente de Luding cuenta con varias versiones que discrepan en numerosas cuestiones. En un extremo están quienes llegan a negar que la batalla ocurriese y en el otro están quienes creen a pies juntillas en la interpretación algo exagerada de la propaganda política o de las adaptaciones cinematográficas chinas.
Ante semejante tesitura, servidor se ha decantado por relatar los sucesos menos discutidos del episodio, dejando de lado discusiones sobre quién tenía las armas más grandes, y centrándose en la indiscutible hazaña física y mental llevada a cabo por los soldados del Cuarto Regimiento, comandados por Lin Biao y liderados sobre el terreno por Wang Kaixiang y Yang Chengwu.
El preludio de la batalla nos sitúa a finales de mayo de 1935 en la localidad sichuanesa de Anshunchang, a los pies de la montañosa frontera natural con los territorios tibetanos y relativamente alejados de las zonas dominadas por el gobierno del Guomindang. El Primer Ejército Rojo, con Mao Zedong, Zhu De y Zhou Enlai al frente, se dirigía hacia el norte, al encuentro del Cuarto Ejército, aunque para hacerlo debía cruzar el río Dadu. Sin embargo, tras llegar a la orilla este del río, Mao se percató de que no había suficientes botes para hacer cruzar a sus 20.000 hombres sin correr el riesgo de acabar en manos de los soldados de Chiang Kai-shek.
Ante semejante tesitura, el 26 de mayo, el futuro líder de la Nueva China ordenó que el grueso del ejército permaneciese en la orilla oeste y prosiguiese hasta el puente de Luding, donde se reuniría con la Primera División para enfrentarse y derrotar a una combinación de soldados leales al Guomindang y a los señores de la guerra de la región. Es decir, las fuerzas comunistas debían avanzar por ambas orillas del río hasta llegar al puente en cuestión, todo ello a sabiendas de que estaban siendo perseguidos y que les esperaba una resistencia incierta en el lugar de encuentro.
Si echamos un vistazo a la distancia actual entre ambos puntos, veremos que son apenas 100 kilómetros que transcurren sobre todo por la orilla derecha del río Dadu. Pero, en aquellos tiempos, a las fuerzas del lado izquierdo les supuso recorrer a pie un total de 160 kilómetros por vías de montaña.
En principio, contaban con tres días de margen para llegar a su destino, pero tras una primera jornada de 40 kilómetros, el día 28 de mayo por la mañana, el comandante Lin Biao ordenó a sus soldados que recorriesen los 120 kilómetros restantes en solo 24 horas. Es posible que completar dicha distancia en ese tiempo no suponga ningún récord mundial de atletismo, pero consta como una de las mejores marcas en la historia de las marchas militares y supone toda una hazaña si tenemos en cuenta la dureza del terreno, las fuertes lluvias que cayeron y, sobre todo, el desgaste acumulado durante varios meses de huida en penosas condiciones.
No obstante, aquella hazaña no consistió solamente en esfuerzo físico, ya que además las tropas comunistas tuvieron que hacer uso de su ingenio y tratar de engañar a los soldados del Guomindang que avanzaban por la otra orilla del río.
Una de las artimañas del regimiento comandado por Lin Biao habría consistido en usar antorchas por la noche, del mismo modo que hacían las tropas de Chiang Kai-shek, para hacerles creer que se trataba de uno de sus regimientos en retirada tras el ataque del Ejército Rojo. La oscuridad y el ruido de las aguas del río hacían muy difícil la comunicación entre ambas orillas, pero los comunistas conocían los toques de clarines de sus enemigos y los utilizaron para aprovecharse de la situación y confundirlos todavía más.
Sin embargo, cuando los nacionalistas se detuvieron para acampar, los soldados de Lin Biao apagaron sus antorchas y siguieron su acelerada marcha a oscuras para llegar al puente de Luding en el plazo indicado.
Al llegar, los agotados soldados del Cuarto Regimiento descubrieron que sus oponentes habían reducido el viejo puente colgante construido hacía más de dos siglos a unas gruesas cadenas tendidas entre orilla y orilla. Y es en este punto donde se supone que tuvo lugar la parte más heróica de la batalla, cuando un comando del Ejército Rojo formado por 24 hombres se prestó a avanzar por el desvencijado puente bajo el fuego enemigo, hecho que resultó en la muerte de al menos tres de ellos. A estos soldados armados con granadas les siguió parte del regimiento y, con la ayuda de la Primera División, que marchaba por la otra orilla, lograron derrotar a los adversarios y tomar tan decisivo punto de paso.
Hoy en día ya es muy difícil saber qué ocurrió exactamente en aquella batalla ni cual fue su verdadero alcance. Como he dicho al principio, según algunos historiadores apenas habría tenido lugar, mientras que otros hablan de no una, sino hasta tres batallas en el puente y el pueblo de Luding. Sin embargo, el simple hecho de haber recorrido tantísimos kilómetros a esa velocidad, en tan malas condiciones y bajo la continua amenaza enemiga habla de lo mucho que estos soldados estaban dispuestos a hacer por sus ideales, y es posible que ese sea el elemento más importante para construir una leyenda bélica.
En cualquier caso, este episodio sigue destacándose en los libros de texto de China como un momento decisivo en el que el futuro revolucionario de China pendió de un hilo, y la proeza de sus protagonistas sigue inspirando épicas adaptaciones como de la reciente película The Warriors (2016), con cuyo trailer me despido.



Muy interesante Javiertzo, me parece una impresionante hacer 120km en 24h, con equipo, parando cada cierto tiempo para descansar (imagino) Soy un profano con la cultura e historia china, eskerrik asko Javiertzo
Un placer, Pistongripau. Es una historia impresionante, casi una leyenda según las versiones más maquilladas. Hay algunas películas que exajeran un montón, pero al menos la parte de esfuerzo físico y artimañas para engañar al enemigo parece haber sido cierta.