Mi gran boda china

Es posible que algunos os acordéis de las fotos de recién casados que compartí allá por mayo de 2015 (abajo) o de aquella entrada dedicada a las cuestiones legales del matrimonio con un ciudadano chino. Sin embargo, lo cierto es que durante todo el tiempo desde entonces hasta julio de este año, Lele y yo estuvimos en una fase que mi suegra denominaba “de prueba”, de modo que para la mayoría de nuestros familiares chinos nosotros todavía no formábamos un matrimonio hecho y derecho.

A lo mejor os extraña toda esa cautela antes de anunciar nuestro compromiso, pero resulta de lo más razonable si tenemos en cuenta el estigma que sufren todavía hoy en día muchas de las mujeres chinas que han tenido relaciones fallidas con ciudadanos extranjeros. A mí esta fase no me molestó en absoluto y tengo que admitir que hubiese sobrevivido perfectamente sin una ceremonia de boda, pero no porque me considere uno de esos machos alérgicos al compromiso, sino por la pereza que me dan los preparativos y toda la parafernalia asociada a estos rituales.

Sin embargo, a la vista de lo importante que parecía para mi mujer y mi suegra, opté por tragarme mis objeciones y dejarme hacer e incluso participar activamente en todo el jaleo que supone organizar una boda generosa en invitados tanto en China como en casi cualquier lugar del planeta.

Los que hayáis visto el vídeo ya, sabréis que la nuestra no fue una boda tradicional, sino una de tipo popular, es decir, más acorde a lo que suele hacer la mayoría de la gente en estas ocasiones. De hecho, tengo que decir que, en un sentido estricto, solo las mujeres extranjeras pueden tener una boda china tradicional y ortodoxa al mismo tiempo, ya que estas suelen celebrarse en la localidad del novio y guardan toda una serie de elementos que obedecen al carácter patrilineal y patrilocal de las relaciones de parentesco que han marcado a la cultura china.

Es más, en los viejos tiempos ni siquiera era necesario que los familiares de la novia, con la excepción parcial de sus padres, estuviesen presentes en la boda, porque se entendía que su nieta, sobrina o hermana ya había abandonado su linaje para formar parte del de su marido. Incluso hoy en día, en el caso de los novios que residen en localidades diferentes, lo habitual es que la boda principal se celebre con la familia y cercanos del novio (y con los padres de ella) para más tarde celebrar una segunda boda en los dominios y junto con los allegados de la novia.

Por supuesto, eso no impide que los novios extranjeros podamos tener un bodorrio al estilo de la China Imperial (abajo), pero a menos que nos traigamos medio Boeing 747 de parientes, para muchos chinos nuestra boda seguiría teniendo una atmósfera más similar al de los festejos segundones, esto es, los que tienen lugar con la familia de la esposa.

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En nuestro caso, por ejemplo, dado que mis padres no vinieron y que los de Lele están divorciados, tampoco consideramos necesario llevar a cabo algunos rituales practicados en compañía de ellos, como los consistentes en que los novios sirvan té a sus padres y suegros, y llamen a estos últimos “padre” y “madre”, o la posterior entrega de sobres rojos con dinero por parte de los padres a los hijos. Además, repito que, de acuerdo con la ortodoxia tradicional, todo lo antes descrito tiene lugar en las bodas celebradas en la localidad del novio, así que nadie se va a rasgar las vestiduras si eres un hombre extranjero y no se ve nada de lo antes descrito en tu boda china.

Ahora bien, la complejidad de las bodas tradicionales va mucho más allá de esas minucias e implica una cantidad de trabajo y atención a los detalles capaz de desquiciar a cualquiera. La semana pasada, sin ir más lejos, algunas de mis alumnas de español prepararon una presentación sobre las nupcias en la China Imperial, y para cuando terminaron de explicar la cantidad de ritos que implicaban creo ya no quedaba nadie interesado en reproducir semejante jaleo. Por ejemplo, una de las costumbres de antaño consistía en que el novio pasase la noche de víspera en la cama nupcial con su hermano pequeño o con un jovencito, pues se suponía que ello tenía un efecto mágico positivo para la concepción de un varón.

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Por otra parte, los rituales y costumbres asociadas a las bodas pueden cambiar notablemente entre diferentes regiones e incluso entre diferentes pueblos, lo cual prácticamente hace imposible determinar cómo se supone que son las bodas tradicionales en China. Por suerte o por desgracia, la modernización y el desarrollo económico han homogeneizado estas fiestas y para la mayoría de las familias de clase baja o clase media-baja, lo ideal ahora es montar un encuentro muy similar a lo que os enseño en el vídeo.

Este estilo resultante de la mezcla de elementos chinos, occidentales, tradicionales y modernos comenzó a popularizarse a finales de los años 90 de manos de la incipiente industria del sector, que floreció con una explosión de tiendas de trajes de boda, estudios fotográficos, decoradores y, cómo no, toda una legión de maestros de ceremonia, profesión a la que también se sumó el propio padre de Lele y también su tío, la estrella indiscutible de nuestro bodorrio (abajo).

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Por cierto, una de las cosas que más se han comentado en el vídeo es que nuestros invitados no van con traje y quería aclarar que esto es muy habitual en las bodas de las clases sociales que acabo de mencionar. No en vano, como bien planteaba el usuario José Loayza, este hábito contradice el gusto por aparentar que a menudo se atribuye a los chinos, aunque también es cierto que en las bodas chinas suele haber muchas ocasiones para ostentar, igual que en casi cualquier sociedad con una economía mínimamente desarrollada y una sociedad estratificada.

Eso es todo por hoy. Como de costumbre, os invito a que compartáis vuestra opinión o vuestra experiencia en el apartado de los comentarios y si tenéis alguna duda trataré de responderla lo mejor que pueda. Saludos y hasta la próxima entrega de Historias de China.

3 comentarios en “Mi gran boda china”

  1. Muy guapa Lele el día de su boda.
    Pero la foto vestidos de guardias rojos me ha llegado.
    Me encantaría casarme así algún día.

    1. Lele agradece su amabilidad, Sr. X. Las fotos con ropa del periodo maoísta son bastante populares y mucha gente se las hace sin pensar demasiado en las implicaciones políticas. Nosotros elegimos el vestuario de diferentes épocas, desde la imperial hasta la actual, y nos pareció que también debíamos incluir esa, aunque es posible que a algunos les resulte una decisión controvertida.
      ¡Saludos!

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