No os fiéis del colorido retocado de mis fotos. Zhangjiajie es como la vida misma: si las circunstancias acompañan puede ser preciosa, pero si no tenemos esa suerte hay que tratar de disfrutar de lo que se nos presente e intentar descubrir la belleza donde otros no pueden verla.
A lo mejor a muchos no os suena el nombre de este parque (leído en español “Changchiachie”), pero es probable que su paisaje os resulte familiar, porque fue el que inspiró los escenarios de la película Avatar (2009). En cualquier caso, si algún día tenéis la oportunidad de visitarlo, os recomiendo que reservéis por lo menos dos de los 3 días de validez que ofrece la entrada. Así podréis aumentar las posibilidades de que os salga un día soleado, ya que de otro modo el paisaje lucirá mucho más triste de lo que muestran mis fotos o el conocido film de James Cameron.
Es más, si viajáis en invierno, como hemos hecho nosotros, es muy fácil que haya mucha niebla y apenas podáis ver nada, o que veáis las formaciones rocosas en una tenue escala de grises, aunque eso también tiene su encanto (última foto).
En mi opinión, lo más bonito del parque es el recorrido a lo largo del río, que se puede realizar sin problemas en menos de 3 horas. El primer día completamos la mitad de dicho camino y subimos a lo que yo llamo el “altiplano” del parque por las escaleras del lado este (lo veréis en el mapa). Debido a la niebla, no pudimos disfrutar de casi ninguna vista desde las alturas, y después de llevarnos un susto con el KFC que hay junto a uno de los miradores más famosos, acudimos a la zona en la que habíamos reservado habitación.
Es muy posible que en el altiplano haya servicios hoteleros para clientes más exigentes, pero nosotros decidimos probar suerte en la aldea de Dingxiangrong, el lugar perfecto si queréis probar en vuestras carnes la vida de los locales, entre los que abundan miembros de la etnicidad Tujia, Bai y Miao. Ahora bien, os aviso que si vais en invierno hace un frío horrible dentro de las habitaciones, porque las casas son de madera y apenas están aisladas.
Además, si decidís ir a alguno de los “restaurantes” de la aldea, o si los dueños del hotel os ofrecen el servicio, es posible que os encontréis cenando prácticamente en la calle, a una temperatura de entre 10 y 0 grados, y con brasas de carbón bajo la mesa como única fuente de calor. Eso sí, la experiencia no tiene precio y para mí casi lo mejor del viaje ha sido compartir olla con la familia que regenta el negocio y hablar de su vida en un lugar tan bonito pero a la vez tan aislado y sujeto a ciertos riesgos.
El segundo día tuvimos mucha más suerte y aunque la mañana se presentó algo nublada, por la tarde el azul se adueñó del cielo y nos obsequió unas vistas mucho más coloridas. Nuestra primera parada fueron los miradores del Parque He Long, nombrado en memoria de una especie de Robin Hood de la zona que acabó convirtiéndose en comandante supremo del Ejército Popular de Liberación.
Desde allí apenas hacen falta unos minutos a pie para llegar al Pabellón del Emperador, desde donde iniciamos el descenso de vuelta para recorrer la otra mitad del paseo por el río. Personalmente, este camino me pareció mucho más bonito que el que tomamos para subir a la montaña y además da menos miedo si resulta que, como servidor, padecéis de una acrofobia galopante.
Por cierto, os recomiendo que prestéis mucha atención al camino, no solo por el riesgo de tropezar y descacharraros escaleras abajo, sino también por el hecho de que os podéis encontrar con cantidad de fósiles en las baldosas que recubren el recorrido, sobre todo en las inmediaciones del pabellón antes citado y en algunos tramos famosos del paseo por el río.
Por supuesto, si sois amantes de las emociones fuertes también podéis poneros a prueba en el famoso puente de cristal, pero esta atracción no está incluida en el precio de la entrada general, como tampoco lo está la Cueva del Dragón Amarillo. No sé si alguna vez habéis visto cuevas en China, pero a mí no me gustan demasiado porque creo se pasan un montón con las luces de colores, aunque me consta que a la mayoría les encantan.
Como os he dicho antes, para mí lo mejor está en la rivera del río Jinbian, a la vista de las pozas de agua cristalina arropadas por el bosque y protegidas por esas imponentes torres de piedra de hasta 150 metros de altura.
Los aficionados a la vida salvaje disfrutaréis con la variedad de aves que se puede observar en cada tramo, pero tened cuidado con los monos, porque son unos expertos ladrones de comida y van a la caza de casi cualquier pertenencia que consideren valiosa. A una amiga nuestra le han dado un buen susto porque iba comiendo un bollo y le han saltado a la cara, y nuestro colega del hotel nos avisó de que a veces roban cámaras y las dejan colgando en lo alto de los árboles, los muy…
Eso es todo por mi parte. Espero que os hayan gustado las fotos y si tenéis cualquier duda sobre este viaje, aprovechad a preguntar ahora que lo tengo bien fresco. Mientras tanto, os dejo con otras instantáneas que reflejan la vida en en Zhangjiajie más allá de su espectacular paisaje.



Estuve en Zhangjiajie en 2008 y es uno de los sitios más espectaculares que he visto en mi vida. Lo que menos me gustó es la mercantilización brutal, muy por encima de la protección del paisaje. Lo normal en China, vamos 🙂 Algunas de mis fotos de entonces: https://www.flickr.com/search/?user_id=68884496%40N00&sort=date-taken-desc&woe_id=26198210&view_all=1
esta muy bonito. Felicidades por todos tus videos. Espero estar muy pronto visitando esos lugares tan maravillosos. Voyba tratar de ver mas videos. Ya que quiero ir a Shenzhen por unas dos semanana y quiero aprovechar al maximo esos lugares. Gracias.