Busco piso en China

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Hay que ver lo bien que se siente uno cuando, después de mudarse a un lejano país, con el viacrucis burocrático que ello suele implicar, por fin encuentra un lugar en el que caerse muerto. Era la tercera vez que nos tocaba buscar piso en China y espero poder decir que hemos vuelto a acertar con la elección, aunque esto es difícil de predecir en un lugar tan sujeto a los caprichos de políticos y urbanistas.

Llegamos a Chengdu el pasado viernes por la noche y nos mudamos el domingo a la tarde. Eso suma casi dos días, lo cual puede sonar muy breve, aunque para nosotros supuso patear un montón de kilómetros y visitar un total de 15 viviendas.

Supongo que todos habéis oído hablar en alguna ocasión sobre la burbuja inmobiliaria china, y lo cierto es que tanto en Chengdu como en otras muchas ciudades la gente está completamente enloquecida por el ladrillo, el hormigón o lo que sea que usen para construir edificios. Los chinos invierten sus ahorros en vivienda porque aquí también se supone que eso nunca baja, y quienes no pueden vender o necesitan pasta de emergencia corren a alquilarlas a las inmobiliarias, que crecen como setas en cada esquina.

Recuerdo que cuando llegamos a Changchun logramos escapar de los chupasangres inmobiliarios gracias a que los propietarios acostumbran a poner sus teléfonos de contacto en ventanas y balcones, pero en Chengdu lo único que he obtenido de la aplicación de este método es una tortícolis. Tampoco sirve demasiado buscar anuncios de particulares en Internet, porque la mitad resultan ser de agentes a la caza de su vampírica comisión.

En fin, que al final tuvimos que pasar por el aro de la inmobiliaria, aunque a cambio pudimos acceder a un catálogo más amplio de hogares en potencia. Ahora bien, el catálogo se las trae.

Yo no sé qué pasa en este país, pero creo que los chinos tienen un concepto del mantenimiento de las viviendas que todavía no he conseguido descifrar. Por ejemplo, cruzamos la primera puerta y nos encontramos lo que yo me imaginé como la morada de un hombre lagarto. Aquello era un terrario de 50 metros cuadrados con una capa de arenilla que se extendía por toda la superficie de la sala, el pasillo y buena parte del baño. Luego me di cuenta de que el balcón está abierto de par en par, vete tú a saber desde cuando, y al otro lado de la calle había una torre de apartamentos en construcción.

Temía por la posible explicación de semejante despropósito, pero aun así me atreví a preguntar a la señora agente: “¿Por qué han dejado la ventana abierta”, a lo que respondió extrañada: “las casas necesitan que circule el aire, si las dejas cerradas se hace olor. Además, esto no cuesta nada limpiarlo”. Entonces sentí ganas de decirle que con dejar un par de rendijas abiertas basta, y que con la puerta abierta se arriesgan a que les entre un oso panda o algo peor, pero entonces vi cómo ella se estiró para abrir todavía más el balcón, y decidí dejar aquel fútil ejercicio argumentativo para otro día.

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El problema está en que este tipo de panoramas nos los podemos encontrar en cualquier tipo de vivienda, sea del tipo que sea, lo cual puede chafar cualquier expectativa. Aun así, yo diría que, a grosso modo, existen tres tipos generales de escenarios inmobiliarios para el inquilino medio, a saber:

1) El bloque de pisos construido en los 80 o los 90 que venía sin ningún electrodoméstico en la “cocina” y que está diseñado especialmente para dificultar su limpieza, con miles de recovecos dentro y en los límites de la vivienda, sobre todo en las ventanas, con sus característicos barrotes estilo Guantánamo. Entrar al portal da cosa y en las escaleras se podría rodar una película japonesa de terror, pero el interior de los pisos puede resultar tan acogedor como en los recién construidos. Esto ocurre porque los vecinos carecen de cualquier sentido de la propiedad común y su resultado es que en apenas 30 años el edificio está ya a puntito para convertirlo en escombro.

2) El vecindario de construcción relativamente robusta con ascensores y servicios de seguridad y mantenimiento por cortesía de empresas denominadas “wuye” (物业), que están formadas por un grupo de profesionales que pueden funcionar como un reloj suizo o como una banda de mafiosos, según lo que se les pague por su trabajo (normalmente poco). Sus plazas interiores están sujetas a todo tipo de caprichos vecinales, desde huertas improvisadas hasta clubes de actividades de todo tipo, incluidos los dedicados a la tercera edad, mis favoritos. Aquí es donde anida la clase media-baja de China mientras observa ansiosa cómo el gobierno lo destroza todo para dar paso al siguiente modelo de urbanización.

3) La torre gigantesca de apartamentos, de última construcción y en pleno auge por toda China, con sus modalidades de acristalada, color hormigón y color marrón. Todo el mundo da por sentado que este tipo de domicilio es el recopetín, pero a mí me parecen sitios extremadamente fríos, con pasillos largos, oscuros y bastante dejados que desaniman a cualquier tipo de interacción con los vecinos. Entiendo que a muchos les guste vivir en las alturas y disfrutar de las vistas nocturnas de la ciudad, pero yo juraría que he visto asomar el ojo de Sauron sobre algunas de sus azoteas.

Sea cual sea nuestra preferencia, más allá de la capital y de las 3 ciudades más grandes es posible encontrar cualquiera de estos tres tipos de apartamento en condiciones aceptables y en zonas bien céntricas por unos 300 euros al mes, aunque aquí la costumbre es pagar unos cuantos meses por adelantado (a veces incluso un año).

Obviamente, aflojar 1000 euros o más de un tirón es una desgracia para el bolsillo medio, y además nos obliga a estar más seguros de la decisión final, pero por mi experiencia diría que los caseros de este país son gente tan de fiar como lo pueden ser los de España, y no deberíamos tener más miedo de que nos la jueguen con el adelanto o el depósito.

Otra ventaja es que mientras buscamos piso podemos pasar la noche en hoteles decentillos por unos 20 euros, lo cual anima a probar suerte con más agentes y visitar todo tipo de terrarios, peceras y madrigueras, hasta dar con nuestro lugar ideal y entrar a vivir en él para destrozarlo en nombre de nuestro estilo personal. Eso sí, cuidado con no alargarse en la búsqueda, porque necesitaremos un contrato de alquiler para obtener el permiso de residencia, y solo nos dan un mes para tramitarlo.

Nosotros al final nos hemos quedado con un piso del tipo 2. La verdad es que el barrio me da buena espina y, aunque nos faltan muchas cosas en casa, ya me siento cómodo en ella. Bueno, a lo mejor estaría más contento sin Claudia, la tarántula muerta que nos vigila encaramada en una esquina del descansillo, pero si los de la limpieza no la han quitado será porque mejora el fengshui de la casa.

Ah, también nos han avisado de que el año que viene van a cargarse la hilera de bloques que protege nuestra contrafachada, pero espero que el proceso de destrucción y reconstrucción sea tan rápido como de costumbre por estos lares.

Eso es todo de momento. Os dejo, que el casero viene con la lavadora, y volvemos a vernos muy pronto, en historias de China.

9 comentarios en “Busco piso en China”

      1. lol Bueno comparar pisos o ir a comer un HOT POT (Huo Guo) tipico de aquí. Cualquier duda de Chengdu ya sabes, un correo o mensaje y hablamos. 🙂

  1. Este septiembre nos han dado los papeles del apartamento en Suzhou. Según tu clasificación, del modelo 2. Los papeles han sido sencillos y si lo comparas con España, relativamente baratos: escrituras, impuestos y registro de la propiedad por unos 600 euros, mientras en España el Notario no te da ni los buenos días por ese dinero. Nadie parece comprender que los pisos pueden bajar mañana, que en España nunca bajaban hasta que bajaron y todo se fué al carajo. Pero de momento, ahí sigue todo el mundo, en una fiebre compradora que me resisto a llamar burbuja, porque ni el suelo es tuyo, ni la banca es internacional ni la hipoteca es más que el 70% del valor de compra, es decir, nada que ver con lo que pasó aquí en 2008. El precio por metro cuadrado en Suzhou ya es algo más caro que en Zaragoza, teniendo en cuenta que un salario típico sería como la mitad que en España, la vivienda es carísima.

    1. Felicidades por tu nueva adquisición, espero que estés satisfecho con la compra. Yo todavía no me lo planteo, pero considerando la turra que me va a dar la suegra si no compro piso, a lo mejor resultar menos doloroso meterme en una hipoteca. Por cierto, yo también soy un poco excéptico con la burbuja inmobiliaria de China. Aquí es mucho más complicado comprar más de un piso y especular, porque, si no me equivoco, generalmente por el segundo te piden pagar un 60% de entrada, y para el tercero es un 100% a tocateja. Además, en muchos sitios ya hace tiempo que dejó de subir el precio a lo loco, y tampoco se ha acabado el mundo, o por lo menos aguanta, de momento 😉

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